Una mensajera de Juan Antonio Pérez Simón, acaudalado indiano natural del pueblo llanisco y emigrado de joven a México, detuvo la puja de San Joaquín en esa elevada cifra
Tiempo de lectura: 2 minutosEl ramo de pan artesanal fue especialmente productivo en la fiesta de San Joaquín. | Guillermo Fernández
Turanzas, en Llanes, celebró el sábado la fiesta de San Joaquín. La sorpresa, un bombazo, se produjo al final de la mañana, en el momento de la subasta del rosco grande del ramo, cuando una mensajera de Juan Antonio Pérez Simón, acaudalado indiano natural de Turanzas emigrado de joven a México, detuvo la puja en 5.000 euros.
La mañana festiva comenzó con un desfile folclórico desde Casa Remis, lugar elegido para la salida del ramo en dirección a la capilla. Marchaba por delante el grupo de Gaitas Principado y a su estela aparecía el ramo de pan artesanal, esa pirámide de panes que más tarde sería especialmente productiva para la comisión organizadora de la fiesta. El ramo iba a hombros de Ramón Alonso, Pedro Simón, Emilio Peral y Daniel López. Por detrás se hacían notar más de medio centenar de niñas y mozas vestidas de aldeana llanisca y tañendo sus panderetas al compás de dos tambores en manos de la experimentada Charo Ruenes y el infatigable Javier Rozada. Seguían las andas con la imagen de San Joaquín, trasladadas por Carlos Santoveña, Manuel Miyares y dos miembros del clan Villar, Pablo y Erik, padre e hijo. El párroco, José París, y varios vecinos, visitantes y curiosos cerraban la comitiva.
Cantada por Marta Elola se celebró misa en la capilla del santo y al término de la eucaristía las mozas entonaron las coplas del ofrecimiento del ramo. Tras celebrarse la ya mencionada y lucrativa subasta de los panes tuvo lugar un interesante festival folclórico en el que se bailaron dos xiringüelos, de críos y de mayores, el Fandango de Pendueles, la Jota del Cuera, el Quirosanu y un Pericote acompañado por voz y pandereta a cargo de Marta Elola.
Por primera vez en la historia de la fiesta, la jornada matinal dio paso a una parrillada comunitaria en la que más de 200 comensales degustaron costillas, criollos, embutidos, quesos y otras exquisiteces gastronómicas. De noche hubo verbena y se remató la jornada con una chocolatada y la presencia de un tropel de gente de muy diversa procedencia.