Éxito e inclusión en la 32ª edición del Descenso del Sella Adaptado

El Sella volvió a ser testigo de una marea de superación, compañerismo y participación compartida. La cita organizada por FEDEMA volvió a celebrarse con éxito, reafirmando su carácter integrador y deportivo.

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Participantes del Descenso del Sella Adaptado durante su paso por Remolina. | Xuan Cueto

El Sella volvió a convertirse este domingo en un cauce de integración, esfuerzo compartido y superación.

Bajo un cielo despejado y con la complicidad de una corriente favorable, más de un centenar de personas con discapacidad física participaron en el XXXII Descenso del Sella Adaptado, una prueba que no compite contra el tiempo, sino contra las barreras, visibles e invisibles.

Desde que José María Prendes Arena impulsara esta iniciativa en 1994 —él mismo piragüista y referente en el movimiento asociativo deportivo—, la prueba ha ido creciendo en participación y respaldo institucional. Lo que comenzó con siete valientes pioneros, hoy reúne a casi 400 personas entre deportistas, acompañantes, voluntariado y personal de seguridad.

Momentos previos a la salida del XXXII Descenso del Sella Adaptado. | Xuan Cueto

Un descenso en dos tiempos

La jornada arrancó a primera hora de la mañana, tal y como marca la tradición. Los más de doscientos inscritos en esta edición partieron desde Arriondas, echándose al agua envueltos en sones de gaita y tambor para disfrutar del tramo no competitivo de esta prueba, que llega hasta Llordón: unos 10 kilómetros en los que el buen humor y la diversión no faltaron.

La diversión, el compañerismo y todos los valores positivos del deporte reman río abajo durante el Sella Adaptado. | Xuan Cueto

Una vez en la primera meta, y disfrutando de una espléndida mañana de sol, los participantes fueron agasajados con un tentempié antes de afrontar el segundo tramo del día: la parte competitiva.

Esta segunda parte de la prueba, unos 5 kilómetros entre la pasarela de La Uña y Llovio, trajo consigo la emoción y el pique propio de una carrera por el agua. Las piraguas, muchas de ellas tripuladas por personas que enfrentan diariamente retos físicos, se deslizaron con agilidad y precisión hacia la meta bajo el puente de San Román, entre aplausos del público y rostros cargados de orgullo.

Los aplausos, vítores y ánimos no faltaron a la orilla del Sella. | Xuan Cueto

Seguridad, voluntariado y corazón

La prueba, que lleva celebrándose más de 30 años (siempre el fin de semana anterior al Descenso Internacional del Sella)  crece cada año en éxito, seguimiento y participación. El evento no sería posible sin el ingente trabajo detrás del telón. Prácticamente desde sus inicios, el Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) y Protección Civil Asturias han estado unidos al desarrollo de esta prueba, prestando sus servicios de prevención y seguridad.

Este año, el dispositivo ha contado con casi 80 efectivos, entre Bomberos de Asturias y voluntarios de las agrupaciones de Cabranes, Cangas de Onís, Llanes, Mieres, Piloña y Ribadesella, que vigilaron más de 15 puntos del recorrido. Equipados con trajes de neopreno y material de rescate, se distribuyeron en grupos móviles que acompañaron a los participantes durante todo el trayecto, con el apoyo del Puesto de Mando Avanzado (PMA) instalado en La Uña, a la altura de Llordón.

A ellos se sumaron más de 50 personas voluntarias y el personal de apoyo de FEDEMA, que acompañaron desde la logística hasta el remado, reforzando el carácter solidario y humano del evento.

Como parte de las normas de seguridad, cada embarcación incluía al menos a una persona sin discapacidad junto a otra con discapacidad, o incluso a dos personas con discapacidad si su grado de lesión lo permitía. Un modelo que no solo garantiza una navegación segura, sino que también promueve la convivencia y la participación mixta.

El cierre del evento tuvo lugar, un año más, en el polideportivo “Javier Hernanz”, en Arriondas. Allí se celebró la entrega de trofeos y la tradicional comida de confraternización, en un ambiente donde lo competitivo quedó en segundo plano y lo humano ocupó el centro.

En lo que se refiere a el pódium de la prueba las clasificaciones se cerraron con Pablo Pérez e Iván Quevedo como ganadores de la Clase A, seguidos de Lucas Pérez y César Álvarez (que se llevaron la plata) y Jonás García y José Andrés Blanco (bronce). En cuanto a las féminas, la victoria absoluta fue para las hermanas Laura y Abril Fernández de Arquer, seguidas por Asiris Fuentes y Andrea Arbeco (en segunda posición) y Mirella Cabañes y Mar González.

En la categoría B los vencedores fueron Felipe Cartas y María Ascensión Portillo; detrás de ellos entraron en meta Vicente Eduardo Díaz y Pablo Suárez, seguidos muy de cerca por María Frías y Pablo Valdés. En categoría sub 20 Pablo Pérez e Iván de Quevedo se subieron a lo más alto del pódium; mientras que la plata fue para Lucas Pérez y César Álvarez y el bronce para María Frías y Pablo Valdés.

Además, FEDEMA aprovechó la entrega de trofeos para hacer una Mención Especial al Real Grupo de Cultura Covadonga. Y, como desde hace ya años, entregaron también su premio Inserta Valores del Sella Adaptado, un honor que en esta edición recayó en Felipe Cartas Rodríguez, por representar todos los valores positivos asociados a este evento.

La jornada concluyó entre anécdotas y buen humor, despidiéndose hasta dentro de un año (una semana antes del Descenso Internacional del Sella) para volver al río. Treinta y dos ediciones después, el Descenso del Sella Adaptado ha consolidado mucho más que una prueba deportiva: ha creado una comunidad. Una que rema al mismo ritmo, sin importar la fuerza de los brazos, sino la dirección del corazón.

Hoy, el Sella volvió a hablar de igualdad. Y lo hizo en voz alta.

Es un hecho: en el Sella Adaptado, gana quien baja. | Xuan Cueto

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