La novena edición del Concurso de Sidra Casera del concejo marca un récord de 63 llagares participantes, con una calidad que va en aumento
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La sidra casera sigue creciendo en Piloña, tanto en cantidad como en calidad. Así queda demostrado con el Concurso de Sidra Casera del concejo, celebrado este fin de semana en Infiestu con unas cifras de récord: en esta novena edición fueron 63 los elaboradores participantes.
Sumados a los procedentes del concejo invitado —Gijón este año— en la plaza del Ganáu se pudieron degustar 70 sidras, previa adquisición del vaso conmemorativo de esta edición.
Y si éxito tuvo la participación de llagareros, no menor fue la respuesta del público. A la venta se pusieron 1.500 vasos y «a la media hora ya se estaban acabando», destacó Avelino Fuentes, presidente de la asociación de Sidra Casera de Piloña.

En Piloña se degustó mucha y variada sidra, pero también se compitió y se demostró que en el concejo no se elabora nada de puxarra. La sidra casera ye de restallu, en especial la de Natalia Díaz, de Coya, ganadora del concurso. En segunda y tercera posición se clasificaron Cristina Álvarez y José Llera, ambos de La Caneya. La parroquia de Coya arrasa así un año más en el certamen.
«La calidad está muy alta. La sidra casera está mejorando muchísimo, pero muchísimo», destacó Avelino Fuentes.

La jornada central del domingo contó además con un desfile por las calles de la villa, marcado por la temática sidrera. No faltaron grandes grupos como los de la asociación El Roblón de Coya o Los Ramos, de Llames de Parres.
Uno de los momentos más emotivos de la cita fue el pregón de Enrique Carballeira, periodista, escritor e ilustrador piloñés que firma además el cartel de esta novena edición. Durante su discurso, Carballeira recordó «aquel ambiente tan especial» de las sidrerías de su infancia, donde «comenzamos a aprender lo que era y significaba la sidra y su cultura».
«La sidra rompía contra el cristal para que ‘espumara’ y liberara su aroma. Era un gesto elegante, casi mágico. Yo pensaba que había que entrenar años para hacerlo así», compartió.

«Muchas sidrerías siguen aquí, aunque otras se han perdido por el camino. Y hubo que pasar por ese riesgo, siempre presente, de que las tradiciones se pierdan, de que se olviden. Pero no, en el caso de la sidra creo que estamos haciendo muy bien los deberes. Y una buena prueba es la reciente declaración de la cultura sidrera como Patrimonio de la Humanidad, cierto», continuó el pregonero.
Carballeira destacó además el «prestosu redescubrimientu de nuestra cultura sidrera» que hicieron posibles asociaciones como la de Sidra Casera de Piloña, que ayudó a dar a conocer a los «pequeños llagares familiares».
La sidra, subrayó, «no es solo una bebida: es un símbolo cultural, una seña de identidad. Su consumo está rodeado de rituales únicos, como el escanciado, que no solo mejora su sabor, sino que crea un momento de encuentro y celebración».

Durante los actos centrales del domingo se rindió además homenaje a Roberto Redondo, fallecido este año y reconocido en ediciones previas como ‘Llagareru Mayor’.
El sábado tuvo lugar el concurso de escanciado, con 40 participantes y triunfo para Verónica Carreño.































