La procesión, en recorrido circular por el anillo que envuelve el pueblo, resultó multitudinaria y se prolongó por más de una hora
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En una mañana soleada y calurosa, la mejor jornada de un verano a punto de entregar la cuchara, la localidad de Nueva de Llanes, especialmente el barrio de Triana, homenajeó este domingo al Santo Cristo del Amparo. Mozas de llanisca y varones ataviados de porruano aparecían por cualquier calle, esquina o rincón del pueblo.
Tampoco faltaron sacerdotes hasta el punto de haberse celebrado eucaristías desde las ocho de la mañana. La misa mayor, acompañada con sus voces por el coro Manín, de Lastres, fue a mediodía. La procesión, en recorrido circular por el anillo que envuelve a Nueva, resultó multitudinaria y se prolongó por espacio superior a una hora. Mundo Santos, un puntilloso contable de aldeanas, confirmó que había computado 274 desde un punto estratégico al paso de la comitiva.
A mediodía la banda de música de San Martín del Rey Aurelio, bajo la batuta del maestro José Félix Ordíz Montañés, recorrió la arteria central de Nueva en dinámico pasacalles. Al término de la función religiosa, el disparo de poderosos, potentísimos voladores, fue el aviso de que la imagen del Cristo salía de la capilla y comenzaba la procesión.
Abría camino el lugareño Benigno Fernández en el traslado del estandarte parroquial, una función que no abandona desde hace diecisiete años. Por detrás marchaba el cuarteto de gaitas Principado del que formaban parte Manolín Vela, Dani Ríos y los hermanos Vicente y Gregorio Trespalacios. Los músicos abrían camino a cuatro ramos: dos de rosquillas dulces y dos de pan artesanal. Seguían los tres centenares de mozas enfundadas en el traje de llanisca, cantando y tañendo la pandereta, al compás de dos tambores.
Medio centenar de hombres y mujeres, algunos con los pies descalzos como Toño López Cueto, y ataviados con la bata blanca de mortaja, abrían la comitiva sacra. Son personas que dan las gracias al Cristo del Amparo por los favores recibidos o imploran una futura mediación por parte de la divinidad, básicamente en asuntos relacionados con la salud.
Espectacular, majestuosa y resplandeciente se presentó la imagen del Santo Cristo del Amparo, en la cruz, de rostro abatido y sobre un tupido manto de claveles rojos. En el traslado de las andas se fueron turnando ocho costaleros por tanda. Tres sacerdotes, el alcalde de barrio, Lucio Carriles; la banda de música y un incalculable número de devotos cerraban el cortejo de regreso a la capilla.
Superado con sobresaliente, el programa sacro se celebró el tradicional festival folclórico. Niños y niñas, mozos y mozas de Triana, acompañados a la gaita y al tambor por Manolín Vela y Vicente Trespalacios, respectivamente, interpretaron el Quirosanu, la Flor, el Saltón, las jotas de Leitariegos, Cadavedo, el Cuera y Boal, el Xiringüelu de Naves y el Pericote.














