Ante un verano marcado por llamas difíciles de controlar, el Principado pone el foco en la prevención, la vigilancia permanente y la protección de las áreas más vulnerables.
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Cada vez que un incendio forestal arrasa un monte, no solo desaparecen árboles: se ponen en riesgo vidas, pueblos, patrimonio natural y la propia identidad de una región. Este verano, los siniestros en Asturias han vuelto a recordarnos que, ante el avance implacable de las llamas, somos muy pequeños. Solo con una estrategia colectiva —voluntad política, consciencia ciudadana y medidas preventivas— se puede parar una amenaza que aumenta en intensidad.
Con esa premisa, la Consejería de Movilidad, Medio Ambiente y Gestión de Emergencias presentó hoy su plan de prevención, vigilancia y extinción de incendios forestales para la campaña 2025‑2026, una hoja de ruta que busca reforzar la seguridad tanto en zonas urbano‑forestales como en pueblos y áreas de alto valor natural.
El plan amplía la presencia de agentes medioambientales y asegura guardias preventivas operativas las 24 horas del día, los 365 días del año, consolidando un modelo integral que combina vigilancia territorial, prevención activa y capacidad de respuesta inmediata.
Entre las novedades más importantes:
- Se refuerza el sistema de inspección en las franjas de interfaz urbano‑forestal de los montes gestionados por el Principado, con campañas de revisión de oficio para garantizar el mantenimiento adecuado.
- Se ha completado una revisión integral de los puntos de recarga de agua para extinción, que se repetirá periódicamente para asegurar su funcionamiento óptimo.
- Se impulsan medidas de autoprotección en pueblos, instalaciones y espacios naturales de alto valor. Se crearán áreas silvopastorales en espacios protegidos, lo que favorece una gestión más eficaz frente al fuego. En este sentido, la Red Natural de Asturias (RENA) se consolida como motor estratégico de prevención y conservación, integrando la gestión de espacios protegidos, la reducción de biomasa combustible y el desarrollo rural sostenible.
El presupuesto movilizado es cercano a los 28 millones de euros, que combinan inversiones del Principado y fondos procedentes del Fondo de Infraestructuras Rurales, en colaboración con los ayuntamientos. A su vez, la capacidad operativa del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) se incrementará: tras incorporar 83 profesionales en 2024 y otros 40 este año, superará las 600 personas. Esta estrategia incluye formación continua, mejora de condiciones laborales y modernización tecnológica.
Además, se contempla la renovación y ampliación de medios materiales y técnicos: nueva flota de autobombas, vehículos todoterreno, camiones nodriza, equipos de intervención y sistemas de comunicación avanzada, con el objetivo de garantizar mayor eficacia operativa y seguridad del personal en escenarios de alta complejidad.
El documento, que recoge los recursos humanos y materiales disponibles así como los mecanismos de coordinación e intervención, ha sido elaborado conjuntamente por las consejerías de Movilidad, Medio Ambiente y Gestión de Emergencias y de Medio Rural y Política Agraria. Se alinea con la Estrategia Integral de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales de Asturias 2020‑2025 y con el Real Decreto 716/2025 de 26 de agosto, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Contexto de alto riesgo:
Las cifras dejan claro que el fuego no es un riesgo lejano sino una amenaza creciente alimentada por factores tan diversos como el cambio climático, las condiciones meteorológicas adversas, el abandono de las zonas rurales y de la ganadería extensiva, la acumulación de combustible vegetal.
Y sí, es verdad que fuegos los hubo siempre pero los datos demuestran que cualquier plan de acción, de conservación, de prevención y de concienciación es necesario.
No en vano, a 10 de abril de 2023 en Asturias se registró yna de las peores coyunturas recientes: cerca de 524 incendios, 12 de ellos muy grandes (afectando a más de 500 ha), y con 38.554 hectáreas quemadas.
Además, aunque los incendios se dan en menor número, su tamaño medio va en aumento: entre 1994‑2008 se calculaba una media de 11,6 hectáreas por siniestro; entre 2009‑2022 aumentó a 16,3 hectáreas
Recientemente (el pasado mes de agosto) la región asturiana enfrentó múltiples fuegos simultáneos, con estimaciones iniciales de unas 4.000 hectáreas afectadas en el suroccidente asturiano. De hecho, el día 19 de agosto de 2025, se registraron 17 incendios en Asturias, 8 de ellos activos
Datos de esta índole dejan claro que el fuego no es un riesgo lejano, sino una amenaza creciente contra la que conviene aplicar todas las medidas posibles.
Porque una cosa está bien clara: los incendios que asolaron buena parte de Asturias este verano pusieron de manifiesto que, ante el avance de las llamas, somos muy pequeños. Solo con estrategias conjuntas, voluntad colectiva, consciencia ciudadana y prevención efectiva se puede frenar esa amenaza que representa el fuego y proteger nuestro patrimonio natural, social y humano. Este nuevo plan es una muestra de ello: una apuesta por actuar antes, más y mejor. Ahora depende también de todos nosotros —residentes, ayuntamientos, empresas, agentes medioambientales— asumir un papel activo y contribuir a mantener vivo el monte, no consumido por las llamas. El plan completo puede consultarse aquí.

