Además de la energía de casi un centenar de hombros, fueron necesarios tres percontios, tres palas y tres metros cúbicos de piedras y grava para poner el árbol en posición vertical
Tiempo de lectura: 3 minutosSuperadas las seis de la tarde comenzó la plantación en la plaza de la Iglesia y el rito apenas duró 75 minutos. | Fotos: Guillermo Fernández
En una tarde soleada y calurosa, con el mercurio del termómetro inamovible en 26 grados, la localidad llanisca de Celorio plantó en la tarde del pasado domingo la hoguera en honor a la Virgen del Carmen, un eucalipto de 36 metros y 1.800 kilos que más de un centenar de mozas y mozos habían cortado al amanecer en el bosque de Covalayu. Al regreso se juntaron todos en el restaurante El Arco, donde el propietario y chef José Robledo invitó a un reparador desayuno del que formaban parte garbanzos fritos, paella, tortilla de patata, embutidos y quesos. Todo ello bien regado con sidra y vino. Antes de que la multitud se dispersase, el cantante local Néstor Díaz González, de catorce años, deleitó al personal entonando sus cuatro temas míticos: ‘Cuando yo fui a Covadonga’, ‘Mocina dame un besín’ y ‘Santa Bárbara bendita’, para cerrar con ‘Viento del Norte’. Algunos lugareños calificaron la actuación de forma muy expresiva: ¡¡¡La de mi madre!!!
Superadas las seis de la tarde comenzó la plantación en la plaza de la Iglesia y el rito apenas duró 75 minutos. Hubo novedades porque se nombró a ‘siete jefes de equipo’, que lucían un brazalete amarillo y eran los encargados de poner orden en el posible caos. De preparar las cuerdas se encargó José Carlos Lledías y en la cima del eucalipto se colocaron las banderas de España y Asturias, así como un ramo de hortensias por orden de la comisión de la fiesta y un ramillete de lustrosas rosas rojas, a solicitud de un socio del festejo. Junto al pozo no podía faltar, y no faltó, Jesús Pesquera. De dar las voces se encargó Esteban Cue Llaca y en algunos momentos cedió el testigo a Néstor Díaz. Además de la energía de casi un centenar de hombros, fueron necesarios tres percontios, tres palas y tres metros cúbicos de piedras y grava para poner el árbol en posición vertical. A la puerta de la iglesia de San Salvador, tres decenas de niñas y mujeres tañían la pandereta y cantaban las tradicionales coplas para infundir valor, fuerza y destreza a los plantadores.
Tocaba reponer fuerzas y de forma altruista José Robledo y su equipo prepararon una parrillada de la que formaban parte 150 kilos de costillas, 300 chorizos criollos y 150 chorizos rojos. La comisión corrió con los gastos. El condumio era gratis para los socios y costaba diez euros para el resto.