Los que llegaron de fuera para homenajear al santo se contaban por centenares. Incluso, tres foráneos, Pablo Castaño, Marc Navarro e Iván Miguel, que cortejan por la zona, se ofrecieron voluntarios para trasladar el ramo
Tiempo de lectura: 2 minutosMedio centenar de niñas y mozas vestidas de aldeana llanisca cantaban y tañían la pandereta al contrapunto de un tambor en manos de Elena Alonso Vela. | Fotos: Guillermo Fernández
La localidad de Los Carriles celebró ayer su fiesta en honor al patrón, San Julián. La parroquia, que cuenta en la actualidad con más viviendas que personas residentes a lo largo del año, está formada por cuatro barrios: L’Acebal, El Injiestu, El Doradiellu y Los Carriles. Eso sí, los que llegaron de fuera para homenajear al santo se contaban por centenares. Incluso, tres foráneos, Pablo Castaño, Marc Navarro e Iván Miguel, que cortejan por la zona con Belén, Silvia y Nuria, se ofrecieron voluntarios para trasladar el ramo desde el paraje de La Fuente hasta la iglesia parroquial. El cuarto hombre en arrimar el hombro a los varales era Alejandro del Río. Para posibles sustituciones estaban preparados Iván Gutiérrez y Santiago Gutiérrez.
La mañana festiva comenzó con una misa oficiada por el párroco Domingo González en el interior de una iglesia remodelada en 1917. El templo estaba abarrotado por los devotos y lo mismo sucedía en el bar situado bajo una carpa en las inmediaciones del templo.
Tras la eucaristía se puso en marcha una procesión que recorrió la zona oriental del pueblo. Abrían camino los hermanos Julián y Conchita Herrero, gaitero y tamboritera llegados desde Balmori. Seguían un ramo de pan dulce y otro de pan artesanal, escoltados por una decena de lugareños enfundados en el traje de porruano. Por detrás caminaban medio centenar de niñas y mozas vestidas de aldeana llanisca, quienes cantaban y tañían la pandereta al contrapunto de un tambor en manos de Elena Alonso Vela. Ellas abrían paso a las andas de San Julián, bajo un tupido manto floral. El sacerdote y varios romeros cerraban el cortejo.
De regreso a la iglesia, las mozas entonaron las coplas del ofrecimiento del ramo, se subastaron los panes y de forma espontánea se bailaron jotas y gallegadas acompañadas por gaita y tambor.