Durante la procesión de retorno a su ermita, la Virgen estuvo acompañada por más de un millar de mozas de llanisca y mozos de porruano
Tiempo de lectura: 3 minutosLos niños de la Danza de Arcos ante la imagen de La Guía. | Fotos: Gloria Pomarada
«Hoy este pueblo cristiano
se rinde con gran fervor
gloriosa Virgen de Guía
al celebrar tu función»
Así se canta y así se cumple en Llanes cada 8 de septiembre. Los simpatizantes de La Guía se rindieron con ese «gran fervor» que les caracteriza a una fiesta multitudinaria, que desbordó las calles de la villa y logró articular una procesión integrada por un millar de mozas ataviadas de llanisca y otro medio millar de mozos de porruano.
De buena mañana arrancó el día grande de La Guía con salva de voladores y diana floreada a cargo de las bandas de música de Pola de Laviana, Mieres, Tineo y Torrelavega, para continuar con el gran desfile folclórico, al que se sumó la banda de gaitas Llacín. Llegó a continuación el turno de la misa y, después, el momento más esperado: la procesión de retorno de la imagen desde la basílica a su ermita. Integraron la marcha, kilométrica, las mozas de llanisca y los mozos de porruano, los niños de la Danza de Arcos, el estandarte de la Virgen, las andas con la imagen, los músicos y cientos de fieles y curiosos.
Al llegar al puente sobre el río Carrocedo, como marca la tradición, sonó la sirena de la Lonja, fueron liberadas las palomas mensajeras y la imagen de la Virgen fue volteada por los costaleros hacia el mar Cantábrico. Concluido ese hito de la procesión, uno de los más emocionantes, la comitiva siguió su camino hacia el campo de La Guía. Allí los niños interpretaron la Danza de Arcos y los padres de bebés nacidos a lo largo del último año presentaron sus retoños a la Virgen.
La Reverencia, los cánticos de ofrecimiento del ramo y la entrada de la imagen a su capilla, acompañada una potente descarga de voladores, dieron el relevo a la vertiente más folclórica del día grande. Durante el festival los bailarines interpretaron el Fandango de Pendueles, la Jota del Cuera, el Xiringüelu de Naves y el Pericote.
En ese ambiente de devoción y familiaridad que impregna el campo de La Guía estuvo este año muy presente el recuerdo de Javier Guitián, joven de 27 años fallecido el pasado agosto de forma repentina. Javier, expresaron desde el bando, era un «baluarte» de la entidad. «Representaba todos nuestros valores», ensalzaron. Recordaron asimismo su «bondad» y «gracia a la hora de bailar». Como bailarín que era, el festival folclórico fue el momento en el que más afloraron los sentimientos por su ausencia. Para él tuvieron gestos de homenaje sus compañeros, en forma de monteras al aire y versos en los cantares.