Al cortejo folclórico matinal se acopló el estandarte del santo, una vetusta tela que pisó la calle por vez primera el 13 de junio de 1900, 125 años de antigüedad
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El pasado sábado, 14 de junio, acudí a la localidad llanisca de Piedra, donde homenajeaban a San Antonio. Aparqué a la entrada del villorrio y al echar pie a tierra escuché fascinantes notas de asturianía procedentes de la gaita y el tambor de Julián Herrero y Monchu Cue, respectivamente, desplazados desde el cercano pueblo de Balmori. Recorrí las abarquilladas caleyas de Piedra, saludé a unos cuantos conocidos y amigos y abracé con entusiasmo a Miguel Bueno Jiménez y su esposa Mari Cobos, malagueños de Nerja que llevan medio siglo mirando al Cantábrico y desde hace más de dos décadas tienen casa propia en el pueblo, en términos de Pacanda.
Al llegar al barrio de La Piedra, una multitud esperaba la salida de tres ramos: de rosquillas de anís, de esponjosas rosquillas dulces y de pan artesanal. Las tres pirámides de flores y panes eran ofrenda de las hermanas Aurora y Ana Belén Traviesa Gutiérrez. Proceden ambas de un mítico clan del que son progenitores José Luis Traviesa y Fefi Gutiérrez, esta última ya fallecida. Fueron padres de un numeroso grupo humano, porque además de las mencionadas Aurora y Ana Belén, trajeron al mundo a Ana María, Ramón Antonio y los mellizos José Luis y Juan Ángel.
A mediodía, con puntualidad Rolex, se puso en marcha la comitiva rumbo a la ermita de San Antonio. Del cortejo formaban parte los gaiteros, los tres ramos, decenas de hombres ataviados de porruano, más de medio centenar de niñas y mozas vestidas de aldeana llanisca y un elevado número de lugareños, turistas y curiosos. A la puerta de la capilla, junto a la bolera y frente a la peña caliza de Llabres policromada de tonalidades verdes infinitas, esperaba el párroco José París, que ofició una misa breve, constructiva y enriquecedora.
Al finalizar la eucaristía se celebró una procesión por la arteria central de Piedra. Al cortejo folclórico matinal se acopló el estandarte de San Antonio, una vetusta tela que pisó la calle por vez primera el 13 de junio de 1900, 125 años de antigüedad, y las andas con la imagen del santo. A continuación, sobre la arena de la bolera, se cantaron las coplas del ofrecimiento del ramo y se subastaron los panes. Crujían los estómagos al finalizar el festival folclórico en el que los vecinos, acompañados a la gaita y el tambor, bailaron la Carrasquina, el Quirosanu, el Saltón, las jotas de Cadavedo y el Cuera y el Xiringüelu de Naves. La muestra concluyó con la interpretación del Pericote, acompañado a la voz y la pandereta por Marta Elola.





















