En la feria ganadera los cabritos fueron casi inexistentes, pues los ganaderos prefieren colocarlos en casa para no exponerlos a las dentelladas del lobo
Tiempo de lectura: 5 minutosEn la pradería de El Furacu la villa de Posada celebró este viernes una nueva edición de la feria ganadera de Santa Lucía, un evento caracterizado por acoger ganado menor, principalmente cabras, cabritos y ovejas. Eso sí, en la edición de 2024 las cabras fueron mayoría, las ovejas escasas y los cabritos casi inexistentes. Las cabras cotizaban entre 200 y 300 euros y las ovejas carranzanas en una horquilla de entre 80 y 100 euros. Los ganaderos prefieren colocar los cabritos en casa para no exponerlos a las dentelladas del lobo y se comentó en el recinto que vendidos al peso oscilan entre 10 y 12 euros el kilo a la canal, o a 120 euros si se venden a ojo.
Causó sensación la venta de una cabra del país en 800 euros. Era propiedad de Manolín Peláez Traviesa, ganadero de la localidad de Piedra, y el comprador fue Daniel Dual, piloñés de Villamayor. Comentó Peláez que la cabra «tiene siete años, morfológicamente es excelente y ahora está en su mejor momento«. Por su parte, Dual valoró que «es una buena cabra, tiene aspectos que la distinguen del resto y soy caprichoso en estas cuestiones». Detalló el piloñés que «fui propietario de un rebaño de 65 cabras, un día las vendí todas y ahora quiero regresar a la actividad, una enfermedad que no tiene cura».
El Ayuntamiento de Llanes premió la labor de dos apicultores del concejo que luchan frente a la avispa velutina. Ellos eran Emiliano del Dago, vecino de Parres de Llanes, y José Antonio Gutiérrez Martínez ‘Terre’, residente en la parroquia de Ardisana. Recibieron unas placa de reconocimiento a su labor y un traje de apicultor, cada uno. Asimismo, el Ayuntamiento sorteo tres lotes de artículos relacionados con el mundo ganadero de los que formaban parte cencerros, comederos, motosierras, sacos de pienso, rollos de cinta y varillas para pastores eléctricos, entre otros productos. El niño Cristian Pimentel de la Cruz, que se paseaba por el recinto a lomos de un caballo, actuó como mano inocente y la primera papeleta que extrajo del sombrero del concejal Xuan Valladares fue la número 32, de la que era poseedor su abuelo Aniceto de la Cruz Gabarri. Los otros dos premiados fueron Alejandro Fernández Valledor, natural de Pola de Allande y residente en Villaviciosa, y el niño Joel Buergo, de siete años y nieto de Josemari Buergo.
Agrícola CUESA, por medio de su comercial Sergio Cuanda Bilbao, presentó cuatro tractores CASE de entre 75 y 150 CV, con precios que oscilan entre 50.000 y 115.000 euros. Sergio comentó que acudía a la feria por tres razones: «Presentar la maquinaria, relacionarme con los ganaderos y colaborar con la organización para que no se pierdan este tipo de ferias y certámenes«. Por allí andaba su padre y fundador de la empresa, Manolo Cuanda del Río, quien conversaba largo y tendido con José Barro Obeso, de 92 años y posiblemente el varón de más edad de Nueva de Llanes.
Había varios puestos de venta de complementos ganaderos. En uno de ellos se exponían cencerros, lloqueros o campanos, a precios de entre seis y cien euros. Comentó el vendedor que «hay gente muy caprichosa a la hora de ‘sacarles la voz’ porque el sonido de cada uno se reconoce perfectamente en la distancia». En cuanto a la fabricación explicó que «son de latón, alrededor se les coloca una chapa de cobre y se recubren con barro y paja antes de fundirlos en el horno». Desde la localidad canguesa de Intriago se presentó Menchu María Remis, de la quesería La Corona, que vendía con fluidez queso de Gamonéu del Valle a 30 euros el kilo. Y desde el pueblo de Tanos, cercano a Torrelavega, se desplazó José Agüero Gorrochategui, de la empresa Sierra del Dobra, quien ofertaba miel de diferentes tipos y sabores: Eucalipto, brezo, castaño, milflores de montaña y del bosque. Despachaba miel a trece euros el kilo en tarros de cristal y a ocho el frasco de medio kilo. Y anunciaba que vendía enjambres a 80 euros.