Las fiesta en en el pueblo llanisto es todo un símbolo y cuenta con una sensibilidad especial por parte de quienes la hacen posible
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La mañana festiva en Porrúa alcanza la categoría de símbolo, de prototipo de protagonismo colectivo. Incluso, puede suceder lo irreal o fantástico como algo cotidiano: El realismo mágico. Tal es el caso del peregrinaje por cuatro domicilios para retirar en multitud y orden otros tantos ramos de pan o la presencia de un bebé de una semana de vida vestido de porruano, en brazos de su abuela materna durante toda la jornada. Por no mencionar cómo las mozas ponen sensibilidad, entrañas, pasión y dinamismo en sus cantares. Hace tiempo que vengo narrando esta situación ….. y el que avisa no es traidor. Todo eso sucedió ayer en el homenaje a los santinos Justo y Pastor.
Antes de mediodía salían en tropel (muchedumbre que se mueve) mozos vestidos de porruano y rapazas ataviadas de aldeana llanisca. Los gaiteros y los cohetes anunciaban el desplazamiento hacia la zona alta del pueblo, el distrito La Jorcada. Los romeros efectuaron la primera parada en el barrio de Marina, en el que fuera domicilio de la abuela Victorina Sordo. Allí les esperaban dos ramos ofrecidos por las hermanas Leticia y Nuria Pérez. Leticia quería agradecer que su hija Celia Izaguirre finalizó en fechas recientes su carrera universitaria de Matemáticas, mientras que Nuria festejaba el nacimiento de su nieta Lara Ramos.
Con la música a otra parte y sin salir de La Jorcada, la comitiva llegó al barrio de La Cerezal, al domicilio Marco Coro y Blanca Haces que festejaban el feliz nacimiento de su hijo Manuel Coro Haces. El cuarto ramo salió de cercano enclave de Sorvilla y era un presente de los primos Erika Pérez y Egidio Romano en demanda de salud, que no es poca cosa. En cada parada, el ágape estaba garantizado: Sabrosas viandas y refrescante bebida.
Con soltura y orgullo no perdía detalle la deportista Maite Lobeto, quien llevaba en brazos, o en silla, a su primer nieto nacido hace solo una semana, siete días, de domingo a domingo. Iba vestido de porruano y se llama Jorge Amieva Romano, hijo de David y Esther, nieto por parte paterna de Geni Cantero, que no andaba lejos.
La comitiva folclórica con los gaiteros, los cuatro ramos, los porruanos, la aldeanas y un elevado número de vecinos, turistas y curiosos, alcanzó la iglesia parroquial noventa minutos más tarde. Los ramos y las mozas batiendo sus panderetas y cantando al contrapunto de un tambor, escenificaron la Reverencia en el interior del templo y regresaron al exterior para iniciar la procesión. Marchaban por delante los gaiteros de Balmori, Julián Herrero a la gaita y Monchín Cue al tambor. Seguían los cuatro ramos, decenas de porruanos y bastante más de un centenar de niñas, rapazas, mozas y mujeres enfundadas en el traje de aldeana llanisca. Por detrás aparecían las andas con la imagen de los santos Justo y Pastor, el sacerdote de turno y un elevado número de devotos.
Al finalizar la eucaristía los porruanos celebraron un interesante festival folclórico con la interpretación del Xiringüelín, el Quirosanu, la Danza del Señor San Pedro, el Fandango, las jotas de Cadavedo y el Cuera, un Pericote de seis triadas y el Xiringüelu de Naves, con protagonismo para el bailín Alejandro Gutiérrez y cuatro mozas de nombre Cristina, Candela, María y Clara.















