La imagen de Santa Marina salió de la capilla protegida por un plástico fino y al moderarse la lluvia se retiró el manto dúctil para presentar a la santa en su esplendor ante los fieles que la rodeaban
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La persistente lluvia de la mañana del 18 de julio dificultó, deslució, el programa bucólico y pastoril de la fiesta de Santa Marina, una de las más tradicionales del calendario estival llanisco. No obstante, por decenas fueron llegando romeros a la vega donde el improvisado altar que sirve para la misa de campaña se reducía a un sencillo cartel que pontificaba la clásica alegoría que dice: «Gloriosa Santa Marina que estás al pie de Mañanga».
A mediodía, flanqueados por un elevado contingente de mozos vestidos de porruano y mujeres ataviadas de aldeana llanisca llegaron tres ramos de pan artesanal desde Parres a la vega, allí donde se bifurca la carretera hacia El Mazucu o La Pereda. La eucaristía, oficiada por el párroco Florentino Hoyos, se celebró en la ermita. Asistido a la gaita por Julián Herrero, el coro local acompañó la función religiosa con sus voces interpretando la famosa ‘Misa asturiana a la gaita’.
El templo estaba lleno y los devotos que en el exterior se cobijaban bajo paraguas multicolores triplicaban en número a los que permanecían a resguardo en la capilla. La joven Marina Palacio Galán pasó el cepillo a los de dentro y los de fuera y consiguió un interesante botín que llevaba en un cestillo metálico para las necesidades de la santa.
Al finalizar la misa seguía lloviendo y el plan era sacar la imagen de la santa en breve procesión hasta la carpa del bar de la fiesta para celebrar allí el ofrecimiento de los ramos, las ofrendas de flores y corderos, la subasta de los panes y un extenso festival folclórico. Los lugareños, niños y jóvenes, acompañados a la gaita por Julián Herrero y al tambor por Monchu Cue, bailaron el Xiringüelín, el Quirosanu, la Carrasquina, las jotas de Cadavedo y el Cuera, el Xiringüelu de Naves y el Pericote.
La imagen de Santa Marina salió de la capilla protegida por un plástico fino y al moderarse la lluvia se retiró el manto dúctil para presentar a la santa en su esplendor ante los fieles que la rodeaban.









