parrafo 1

Dicen de él que es un "observador tranquilo".

parrafo 1

Que el suyo es un "cine rural".

parrafo 1

De silencios y tomas largas.

parrafo 1

Capaz de crear imágenes poderosas y enigmáticas.

parrafo 1

Que invita a la reflexión y la introspección.

parrafo 1

Dicen que es el cineasta del momento.

parrafo 1

Cuando Oliver Laxe miró al Guirria

Tiempo de lectura: 11 minutos

Antes de que ese momento llegara, momento marcado por el Premio del Jurado recibido en este último Festival de Cannes por ‘Sirât’, Oliver Laxe (París, 1982) había filmado mucho en muchas partes. Desde ‘O que arde’ (2019) en la Galicia a la que regresó para quedarse este hijo de emigrantes a ‘Mimosas’ (2016) o ‘Todos vós sodes capitáns’ (2010) en Marruecos. 

Trailer de ‘Sirât’ (Oliver Laxe, 2025), película ganadora en Cannes y actualmente en cines. En Asturias puede verse en los Cines Embajadores Foncalada de Oviedo.

También a Asturias, hace dieciséis años, miró Oliver Laxe. Concretamente al concejo de Ponga y a su ancestral tradición del Aguinaldo y el Guirria.  

Son apenas trece minutos de metraje de una obra colectiva en la que Laxe fue uno de los miembros del equipo técnico. Sus imágenes forman parte del documental ‘El Guirria y el Aguinaldo de Beleño’, realizado y presentado en 2021 por la asociación Comunicoop, años después de aquellas navidades de 2008 a 2009 en las que el cineasta gallego observó desde dentro la fiesta que cada 1 de enero celebra la parroquia de San Juan de Beleño.  

Lo interesante del hecho no es la percha asturiana ni el prestigio que confiere el vínculo con Cannes, sino cómo un cineasta con una mirada tan personal captó esa tradición pongueta. 

El Guirria y el Aguinaldo

El Aguinaldo de San Juan de Beleño comparte con cualquier otro aguinaldo la costumbre de ir puerta a puerta pidiendo una propina, pero difiere en el ritual y la puesta en escena.  

Como aguinalderos ejercen mozos solteros, que recorren a caballo la parroquia junto al Guirria, un personaje enfundado en un traje arlequinado. Junto a ellos marchan, a lomo de burros, los niños que aún no pueden ejercer como aguinalderos, pero que aguardan con ansia ese momento y llevan ya la tradición muy dentro.  

Precisamente con esos niños y sus preparativos previos a la fiesta arranca el documental, cuya primera parte está compuesta íntegramente por las filmaciones de Oliver Laxe. No es casualidad la atención que el cineasta presta a esos niños, pues la infancia juega papel importante en su obra y más en aquel periodo concreto, marcado por ‘Todos vós sodes capitáns’ (2010), largometraje que cuenta la historia de un profesor que propone a un grupo de niños rodar una película en Tánger.  

«De aquella grabación se marchaba para Tánger. Él en aquellos momentos ya estaba comprometido con la iniciativa de recogida de niños de la calle en Tánger, en una escuela de cinematografía. Luego compuso el material con el que hizo ‘Todos vós sodes capitáns’, que es la ópera prima que obtuvo ya premio en Cannes. Creo que formaba parte de aquel momentum en el que estaba viendo que la infancia es el terreno en el que los senderos se bifurcan y las oportunidades no llegan a todos por igual», analiza Gonzalo Barrena, uno de los integrantes de aquel equipo que hizo posible el documental sobre el Guirria. 

Trailer de ‘Todos vós sodes capitáns’ (Oliver Laxe, 2010).

A Gonzalo Barrena, profesor de Filosofía y mente tan infatigable como inquieta, se debe también la presencia de Laxe en Ponga.  «Fuimos nosotros los que lo llamamos para que nos echara una mano con aquello», cuenta.  

Al cineasta gallego, continúa, lo conoció «hace muchos años, cuando él era muy joven, en un curso de la Universidad de Verano de Santiago de Compostela que se titulaba ‘Cine y nación’. Precisamente en aquel curso de verano, las identidades de los pueblos y su reflejo en el ámbito cinematográfico componían el fondo temático que unía las diferentes ponencias. Allí establecimos una amistad que dura en el tiempo».

Filmar desde dentro

Aquellos días previos al Aguinaldo de 2009 dos equipos técnicos se trasladaron e instalaron en San Juan de Beleño «con un presupuesto de familia de fin de semana». 

«Oliver filmaba en 16 milímetros, que era una locura porque tenía que cambiar las bobinas dentro de un saco ciego para que no se velaran. Entonces había que interrumpir la filmación quizá en los momentos más interesantes. Pero lo que se grababa en 16 milímetros tenían una estética, un grano… Es una cosa muy guapa. Aunque luego se digitalizó para la edición, la grabación era en 16 milímetros», relata Barrena.  

Esa estética que huye de la perfección de lo digital confiere al documental un toque humano, una sensación de intimidad que no es fácil de lograr cuando se documenta una tradición de tanto arraigo. Más en San Juan de Beleño y su Aguinaldo, preservado con celo y pureza durante generaciones.  

Fragmento del documental ‘El Guirria y el Aguinaldo. Parte I, Aguinaldo, de Oliver Laxe’.

En un momento de la grabación, en la noche de fin de año de 2008, Oliver Laxe y Gonzalo Barrena tratan de acceder, sin éxito, a la sala donde se está realizando el sorteo de mozos y mozas.  

«Preguntamos que si se puede entrar a filmar el sorteo de los mozos y contestan que no, que no lo recomiendan por lo que le pueda pasar a la cámara. En San Juan de Beleño hay una línea que es sutil, pero marcada, entre lo que es la identidad propia, cómo se percibe y valora la colectividad a sí misma y el elemento externo», explica Gonzalo Barrena. 

Llegar de fuera para filmar desde dentro no resultó sencillo, incluso «problemático» en algunos momentos. Ciertas miradas recelosas a cámara denotan esa extrañeza, que sin embargo se va diluyendo gracias a la convivencia que medió durante aquellos días.  

«Oliver era sumamente respetuoso. A pesar de medir dos metros, tiene una capacidad para hacerse invisible en las sociedades locales, les coge el pulso y entra en ellas. Además, con aquella cámara y aquel modo de hacer cine, en Ponga se le percibía no como a alguien que viene de Oviedo o de Madrid a grabar, sino de otro planeta. Entonces, bueno, el extraterrestre genera menos miedo que el funcionario de Oviedo, menos rechazo. Y nosotros, el equipo, éramos de Cangas [de Onís]. Éramos los de Cangas. Tienes ese rol allí, ese sitio también externo», observa Gonzalo Barrena. 

La soledad y los silencios

En la parte del documental rodado por Oliver Laxe, como en todo su cine, los silencios son tan importantes como las palabras. Se habla poco o casi nada en ese primer acto, el relato se construye a base de imágenes que dejan ese espacio para el enigma y la reflexión. 

«Quizás vivamos en un momento de demasiado ruido. ¿Cómo podríamos definir el ruido? Como lo que está alrededor de la comunicación y la entorpece. Hace poco en el pregón de las fiestas de Cangas de Onís, Guillermo Martínez Vega hablaba de que en su tarea compositiva los silencios tienen una función importantísima. Yo creo que todos nosotros tenemos que repensar el silencio. Decir todo, contarlo todo, es como mirar por el ojo de la cerradura del baño para ver qué hace una persona. El voyeur es reprobable. ¿Pero qué ocurre? Que ahora la sociedad entera se convirtió  en voyeur, hay una exploración absoluta y una exposición de todos a todas horas y en todas partes, imitando el título de la película. Yo creo que la sociedad campesina, la sociedad rural, Ponga como parte de esa Cordillera Cantábrica campesina que existió y que existe, en cierta manera está también compuesta de silencios. Pero no de silencios cobardes, sino de silencios prudentes. Una parte de las dificultades de la inserción de los neorurales en el medio rural consiste en no percibir bien esos silencios, en que la sociedad campesina también se basa en el callar; pero no en el callar por miedo, sino por prudencia», desgrana.  

Al igual que esos silencios tan característicos del cineasta gallego, también la soledad se percibe en ciertas escenadas filmadas en Ponga. Una soledad que encarna la figura del Guirria y que en ciertos momentos es casi poética. Como la escena final en la nieve,  un plano largo que lo sitúa en el contexto de ese invierno y ese lugar de montaña, en el que el Guirria salta solo, apoyándose en su vara de avellano.  

Fragmento del documental ‘El Guirria y el Aguinaldo. Parte I, Aguinaldo, de Oliver Laxe’.

Detengámonos en la figura del Guirria y su cometido. El personaje, representado cada año por un mozo local y soltero, viste traje arlequinado y máscara, porta un bolso con ceniza y avanza bien a caballo de pueblo en pueblo o dando brincos apoyado en el palo por las calles de los núcleos.  

Su deber es besar a todas las mozas que pueda, lanzar ceniza a los hombres y generar el máximo jolgorío posible. Dicen en San Juan de Beleño que un buen Guirria no debe dejar moza sin besar ni casa sin visitar. Es por tanto, mucha la responsabilidad que recae en el mozo que lo encarna, quien debe además cumplir desde la mañana hasta la noche de ese día de Año Nuevo.  

Apunta Gonzalo Barrena que «el Guirria es casi la expresión de esa individualidad por decantación de lo colectivo, es como si lo colectivo se expresara en un individuo que acaba siendo él solo ante todas las cosas. Es una individualidad que se pasan de unos a otros, sabes que es tuya un día». 

La identidad del Guirria tiene además otro matiz y es que debe permanecer en el más absoluto anonimato. Nadie debe saber quien se esconde bajo el traje y la máscara. Sin embargo, en el documental, ya al finalizar ese primer día de 2009, Oliver Laxe sí lo filmó cuando se quita la careta.  

«El Aguinaldo y el Guirria tienen momentos, no es uno. Hay unas escenas muy guapas con los mozos y las mozas montados a caballo, en pareja al final del día, donde digamos que también parece que se subvierten los presupuestos del rito. Los momentos de virginidad absoluta, de pulcritud total, son también imaginarios. Como en el teatro, lo que ocurre entre bastidores también forma parte de él y a veces asomarse a ello no significa desvelar», explica Gonzalo Barrena. 

La larga espera del documental

La idea original en torno al documental era que formase parte de los contenidos del Centro de Interpretación del Parque Natural de Ponga. Pero en «el ajuste del presupuesto, algunos elementos que estaban programados no pudieron ser realizados», señala Gonzalo Barrena, quien se encargó de coordinar la creación de esos contenidos junto con Eduardo Carrero. 

Tanto las grabaciones en bruto de Oliver Laxe como el resto realizadas aquel Aguinaldo de 2009 pasaron así años «descansando el sueño justo, hasta que solicitamos una ayuda al programa Leader», explica Gonzalo Barrena. Con esa financiación la asociación cultural Comunicoop pudo completar el documental, compuesto de tres partes: esa primera formada por el metraje de Oliver Laxe, una segunda con imágenes del siglo XX de Raúl Vázquez y una tercera con reflexiones a cargo de Crónica Circular.  

«Con algunas imágenes que nosotros conseguimos de alguna exploración de fondos documentales familiares, pocas; pero sobre todo con la colección de diapositivas valiosísima de Raúl Vázquez y lo que grabamos en vídeo, compusimos esas tres partes del documental», detalla.  

‘El Guirria y el Aguinaldo de Beleño’ se estrenó durante la pandemia, el 31 de diciembre de 2021 en San Juan de Beleño, y está además a disposición de todo el público en su página web.  

Como miembro de aquel equipo que hizo posible la obra, para Gonzalo Barrena trabajos como el realizado en torno al Aguinaldo son en los tiempos que corren «una obligación colectiva y urgente».  

Así lo entiende y explica: «Nos toca asistir a un momento crucial desde el punto de vista de la historia de las civilizaciones. La cultura campesina, pero no solo ella, sino otras tradicionales, llegaron vivas hasta el momento de nuestra infancia. Nos pudimos asomar, los jóvenes de hoy también residualmente se asoman a muchos elementos culturales como este del Aguinaldo y del Guirria, que forman parte de una civilización que tiene miles de años y que se termina justo ahora, coincidiendo con nuestra presencia en el mundo. Entonces, la investigación patrimonial y, sobre todo, la fijación del patrimonio es una obligación colectiva. Es como cuando hay una guerra, un incendio o un naufragio y coges lo esencial, aprietas en una maleta o en una bolsa las cosas que no quieres que se pierdan. Pues ahora la guerra, esperemos que no sea la otra, la de verdad; es el olvido, la desmemoria. Todas estas tareas, como el documental, como muchos de los trabajos que durante mi vida docente animé a hacer a los alumnos de fijación del patrimonio familiar y de la memoria familiar, son ahora una obligación colectiva y urgente. Desde esa óptica sacamos adelante el documental del Aguinaldo».  

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio