Durante la procesión por la ciudad, centenares de niñas y mozas ataviadas de llanisca flanqueaban el paso de ocho ramos de pan y las andas con la imagen del santo
La cercana y muy querida ciudad de Cangas de Onís festejó a San Antonio, conocido por aquellos lares como San Antonio el Nuestru. Con tal apelativo queda reflejado el amor, la devoción, la entrega que los lugareños profesan a San Antonio. Me consta que cada cangués se encomienda al santo ante cualquier infortunio que surge en el camino. De hecho, la muchachada local ofreció dos ramos colmados de pan artesanal en demanda de salud para el vecino Juan Carlos Fernández Fernández, que permanece ingresado en el HUCA por un trasplante de corazón llevado a cabo el pasado 20 de mayo. Su padre, Jaime Fernández, abría la procesión enarbolando una valiosa cruz de plata, mientras que la madre del paciente, Agueda Fernández, caminaba por delante de los ramos dando el brazo a sus hijas Maite y Belén.
Una multitudinaria procesión recorrió las principales arterias de la ciudad canguesa. | Fotos: Guillermo Fernández
La mañana festiva se inició con una misa en la capilla y el posterior traslado de la imagen del santo hasta la iglesia parroquial, donde se celebró una solemne eucaristía con acompañamiento vocal del coro Peñasanta-Ramón Prada. Tras la función religiosa se puso en marcha una procesión que recorrió las principales arterias de la ciudad: Covadonga, Castilla, San Pelayo y Evaristo Sánchez. Las aceras permanecieron abarrotadas por varias filas de nativos, turistas y curiosos.
Abría la marcha la banda de gaitas de Corvera bajo la batuta de Bras Rodrigo. Con paso lento y curso interminable, varios centenares de niñas y mozas ataviadas de llanisca flanqueaban el paso de ocho ramos de pan y las andas con la imagen del santo, así como el caminar de la reina de las fiestas, Mónica Quirós y sus dos damas de honor. Las mozas cantaban y batían sus panderetas de las que colgaban cintas verdes y amarillas, los colores que distinguen a Cangas de Onís. De marcar el ritmo se encargaban tres mozas con acompasados toques de tambor.
Emotiva resultó la llegada a su territorio del ramo de pan ofrecido por la calle San Pelayo. Tocaba recordar a Celso Fernández Sangrador, alma mater del barrio y de la fiesta, fallecido el pasado 17 de marzo. Al presentarse frente a ‘La Sifonería’, la viuda de Celso, Marga Cimentada, ataviada de llanisca, se colocó en uno de los varales del ramo y la pirámide de panes realizó un giro de 360 grados entre ovaciones y lágrimas de casi todos los allí presentes.
El desfile folclórico continuó por la Carreterona hacia la capilla de San Antonio, donde se celebró la subasta de las ofrendas: quesos de Gamonéu y docenas de huevos, y la venta de los panes de los ramos. Los miembros de la Agrupación Folclórica Picos de Europa, acompañados de gaita y tambor, ofrecieron un selecto repertorio de bailes tradicionales, en su mayoría jotas y gallegadas. El último acto de la mañana festiva fue la Quema del Xigante, un personaje que a unos les parecía un gánster y a otros un indiano.