Noche oscura,
oro blanco
Es una noche oscura, sin luna, y en las desembocaduras de los ríos de Asturias se espera a una criatura misteriosa.
La medianoche del 1 de noviembre marca el inicio de la campaña de la angula, especie enigmática que ha desconcertado durante siglos a la comunidad científica, ‘oro blanco’ para los mercados por el desorbitado precio que alcanza y un medio de vida de futuro incierto para los pescadores locales.
En la región, la pesca de la angula se remonta un siglo atrás y, desde entonces, apenas ha cambiado la forma en la que se captura al alevín de la anguila. El cedazo, una especie de criba unida a un mango, es el único arte de pesca autorizado y sigue empleándose tanto a pie como en lancha. La captura desde embarcaciones, no obstante, solo está permitida en la desembocadura del río Nalón.
Si bien el Nalón y el Sella han concentrado tradicionalmente las capturas, los alevines pueden penetrar en cualquier cauce, rumbo a su metamorfosis en anguilas. Como «ríos anguleros» están también considerados el Eo, Porcía, Navia, Negro, Esva, Piles, España, ría de Villaviciosa, Libardón, Espasa, Bedón, Purón y Deva.
Ribadesella y San Juan de la Arena, en las desembocaduras del Sella y el Nalón respectivamente, son los centros neurálgicos de la angula en Asturias. Allí, la llegada del ‘oro blanco’ se vive de forma intensa: entre los nervios que acompañan siempre un primer día, la esperanza de obtener un ingreso extra y la decepción cuando la angula no aparece. También con preocupación por el futuro de la pesquería, con capturas a la baja y cada vez menos jornadas de pesca autorizadas.
Al filo de la medianoche, en la playa riosellana de Santa Marina, los anguleros inician los preparativos. Son todos ellos profesionales, pues en la región la pesca deportiva de angula está prohibida desde el año 2000. Es la primera noche de campaña, el momento del reencuentro. Van poniéndose al día, compartiendo impresiones y tomando las primeras decisiones. Algunos, viendo la calma del mar, optan por trasladarse a la playa de San Antolín, en Llanes, donde desemboca el río Bedón y donde, en las últimas campañas, detectan una mayor presencia de angula.
En Ribadesella deciden quedarse siete anguleros. Una vez en el agua, comienza la faena. En la desembocadura del Sella la pesca de la angula se realiza exclusivamente a pie, con cedazos de rompiente. Cada profesional, provisto de su esa herramienta y con la única luz que proporcionan los frontales, va cribando el agua.
La tarea requiere de técnica, pero también de una paciencia infinita. Más en estos últimos años, cuando la escasez de angula es ya tan evidente que para conseguir un solo ejemplar requieren de repetir la operación una y otra vez.
«Tienes que procurar que el agua siempre presione, tanto si pescas a la bajada de la ola como a la subida. En el momento que dejas de presionar, ellas se escapan. Cuando para de presionar la ola, tienes que levantar [el cedazo]. Ya lo haces por instinto«, explica Álvaro Santos, angulero desde hace treinta años.
«Si la mar está muy bella», continúa, «tienes que tener más cuidado porque entran y te salen. Si hay mucha marejada aguantas un poquitín y levantas y ya te lo mete la misma ola en el cedazo, es simplemente aguantar. Hay que tener paciencia y que te guste. Normalmente los que venimos somos gente que llevamos muchísimos años. La gente de hecho fue desapareciendo cuando empezó a haber menos angula y necesitabas muchas horas para pescar algo». «Mira otra». Álvaro interrumpe su explicación. Ha caído una angula, una sola. «Qué grande y guapa», le celebran los compañeros.
Nadie vive ya de la angula, una actividad que realmente ha sido siempre un complemento a la economía familiar. «Para vivir de ello no es, pero por lo menos ayuda. Las angulas son un extra», apunta José Manuel Gutiérrez, angulero que alcanza con esta 54 temporadas en activo. Es además secretario de la Cofradía de Pescadores Virgen de Guía de Ribadesella, donde se concentran el grueso de ventas de la zona oriental. En el recae desde 1988 la responsabilidad de subastar el primer ‘oro blanco’ de la campaña, una labor que este año ha desempeñado por última vez, pues le ha llegado el momento de la jubilación. Tampoco la próxima campaña regreserá a la angula.
Las angulas son seres lucífugos (huyen de la luz), por lo que aprovechan las mareas ascendentes de la noche para entrar en los ríos. Las mejores jornadas para la pesca son por tanto aquellas que coinciden con el novilunio (fase en que la Luna no es visible desde la Tierra). Esas noches son conocidas en la jerga de los anguleros como ‘oscurada’.
Factores que también favorecen la entrada de angulas son las aguas turbias por las lluvias, los temporales marítimos que remuevan los fondos y los caudales elevados. Ninguno de ellos se cumple en las dos primeras noches, lo que desploma las capturas. En la primera subasta, en la rula de Ribadesella entraron 3.670 gramos. En la de San Juan de la Arena, poco más de medio kilo.
«La angula depende del tiempo, tiene que revolverse. Es duro estar toda la noche metido en el agua, pero vale más que llueva y haga aire y por lo menos pescar algo; que no esté como ahora, que no falta más que venir en bañador», apunta José Ramón Pintado, quien encadena 22 campañas angulero. Solo hizo un parón, cuenta, el tiempo que trabajó camarero.
Hoy en día, una buena noche de trabajo puede saldarse con un kilo por angulero. Nada que ver con las cantidades de antaño, cuando la angula era tan abundante que «su excedente se utilizaba para alimentar a los cerdos». «Tuve noches de pescar ochenta. Ahora si en la temporada coges 30 ó 35 kilos…», apunta Gutiérrez.
En aquellos tiempos de abundancia la angula ni era un bien de lujo ni alcanzaba los precios de estos últimos años. En la rentabilidad está la respuesta a por qué sigue compensando pasar las noches dentro del agua para capturar apenas un puñado de angulas. En 2023, el precio medio por kilo fue de 502,91 euros. Ninguna otra especie de las comercializadas en las lonjas asturianas alcanza tal cuantía. La siguiente más elevada es el santiaguín, con una media de 87,15 euros por kilo, según los datos de la Dirección General de Pesca Marítima.
En la primera subasta de la temporada, la cifra es aun más desorbitada. Este viernes 1 de noviembre, en San Juan de la Arena se batió el récord histórico de Asturias, con 12.000 euros el kilo. El anterior máximo se había alcanzado un año antes en Ribadesella, con 8.135 euros el kilo.
La angula es una de las pocas especies en las que está permitida la pesca de alevines. Desde los años ochenta, ha experimentado una disminución del 95% y está incluida como especie en «peligro crítico de extinción» en la Lista Roja de la UICN (International Union for Conservation of Nature’s).
Que hay menos angula es un hecho que llevan advirtiendo desde tiempo atrás los propios anguleros. Son, dicen, los mayores interesados en saber qué sucede y, por ello, en las últimas campañas algunos han solicitado análisis en el Sella. La contaminación es uno de los factores que apuntan, especialmente en un río con «actividades en exceso, depuradoras…». En una comarca pequeña, donde tanta gente se conoce, no es fácil señalar directamente.
«La pesca es un factor mínimo. Más ahora que pescamos treinta días, antes eran siete meses», considera Álvaro Santos. «Es el tiempo, las corrientes…¿Por qué hay tantísimas en Francia y aquí no? No creo que sean francesas las angulas», ironiza José Manuel Gutiérrez.
No solo los asturianos, también los anguleros del resto del Cantábrico miran al caso francés. «Aquí no se repobló, en Francia llevan veinte años y parece que funciona», indica Álvaro Santos. Para esta temporada 2024/2025, el Ministerio de Agricultura del país galo fija que «al menos el 60%» de las angulas capturas deben destinarse a la repoblación. De una «cuota total de 65 toneladas», la cantidad para repoblar es de 39 toneladas. El resto, 26 toneladas, se reserva al consumo.
La escasez de angula no es un fenómeno exclusivo de España. La disminución de la especie, que los expertos sitúan en el 95%, es a nivel global. Según la Unión Europea, la situación «crítica» en la que se encuentra la anguila europea o anguila común (Anguilla anguilla) se debe «principalmente a actividades humanas».
La Comisión Europea apunta concretamente a tres factores: la pesca, la contaminación y las barreras que dificultan las migraciones, como las presas. Añaden además como «causas potenciales» a los «parásitos y cambios en el curso de la Corriente del Golfo». También «la pesca furtiva y la exportación ilegal de anguilas a Asia son preocupaciones adicionales apremiantes».
El mercado negro es de hecho uno de los grandes problemas. En 2023, la Guardia Civil detuvo a treinta personas en España dentro de la operación Askea IV-Lake, desarrollada bajo la coordinación de Europol. En esa actuación, una de las mayores hasta la fecha, desarticularon tres organizaciones criminales asentadas en Asturias y San Sebastián e incautaron 18 toneladas, «cuyo valor en el mercado negro podría ser superior a los 20 millones de euros».
«Debido a los grandes beneficios económicos que conlleva, pudiendo alcanzar hasta los 9.000 euros por kilogramo, se ha detectado su exportación ilícita hacia países del sudeste asiático mediante el envío de angulas en el equipaje personal, empleando para ello maletas acondicionadas para su transporte con bolsas inyectadas de oxígeno, para garantizar su supervivencia hasta 42 horas», apuntaba entonces la Guardia Civil.
Detectaron asimismo «empresas pantalla constituidas expresamente para la exportación de angula hacia Asia, que camuflaban las exportaciones entre otros productos refrigerados».
Al igual que tantas otras actividades del sector primario, la pesca de angula y su regulación trascienden el nivel regional y nacional. Son cuestiones de dimensión europea. Según la Unión, los «Estados Miembros deberían asumir el liderazgo creando planes de gestión que tengan en cuenta las condiciones regionales y locales».
En Asturias, existen esos planes de gestión para las distintas zonas costeras y una regulación para cada campaña, elaborada «teniendo en cuenta» los reglamentos europeos, según recoge la resolución de la Consejería de Medio Rural y Política Agraria, de esta misma semana.
El objetivo de mejorar la conservación de la especie marcado desde la Unión Europea se ha traducido en la práctica en una disminución de las jornadas de captura. La pasada temporada los días hábiles fueron treinta, el mínimo histórico. En esta campaña 2024/2025 se repite ese mismo número, con las jornadas repartidas en torno a las fechas de las oscuradas desde noviembre hasta febrero.
En este arranque de campaña, a los anguleros del oriente les está permitido trabajar los días 1 y 2 de noviembre y, en el resto de Asturias, también el 3. Para volver a capturar angula tendrán que esperar al 27 de noviembre. Antaño, las temporadas comenzaban ya en octubre y llegaban a prolongarse hasta abril.
También el número de licencias está limitada: un máximo de 46 en el plan de gestión del Oriente, 20 en el de la ría de Tinamayor y 48 en el correspondiente a la ría del Nalón.
Qué escenario le depara a la pesquería es la incertidumbre con la que conviven ahora los anguleros. «¿El futuro, futuro? Lo veo muy jodido, tenemos a los ecologistas en contra», expresa José Ramón Pintado. Lo que esos sectores conservacionistas demandan para la angula es la veda. «Un paro biológico que vede la pesca de la angula sin falta», volvía a reclamar concretamente la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies esta pasada semana. «No tiene ningún fundamento ni sentido que se permita la pesca profesional de la angula, estando vedada la de la anguila», sostienen desde la entidad.
«El futuro no depende de mí, depende de lo que hagan. Si hacen algo por la angula que no sea prohibir y prohibir… Lo que tienen que cuidar es el río», opina el angulero Álvaro Santos. Para José Manuel Gutiérrez, el futuro está en manos «de los políticos»: «Creo que se va a seguir pescando, ¿quién va a quitar a los franceses de pescar? Los franceses no son los españoles. El año pasado pescaron sesenta toneladas de angula, ¿van a quitarlo? Ni la Comunidad [Europea] ni María santísima. Y gracias a ellos pescamos nosotros».
UN MISTERIO PARA LA CIENCIA
El viaje de 10.000 kilómetros al Mar de los Sargazos
La anguila es una de las especies más misteriosas del planeta. Su ciclo vital ha sido una incógnita para los naturalistas durante siglos, hasta que el punto que hace solo dos años que se obtuvo la primera evidencia directa de ejemplares adultos de anguila europea migrando a su área de desove, en el Mar de los Sargazos.
Ya Aristóteles se ocupó de su reproducción en su ‘Historia de los Animales’. Y Sigmund Freud, en su primera etapa como anatomista, diseccionó 400 anguilas para determinar la ubicación de sus órganos genitales.
A principios del siglo XX, Johannes Schmidt dio el primer gran paso para desentrañar el origen de las anguilas al descubrir que, para reproducirse, los ejemplares adultos migran desde Europa hasta el Mar de los Sargazos, una región del océano Atlántico situada aproximadamente frente a América del Norte. Es en esa misma zona donde se sitúa el famoso y misterioso Triángulo de las Bermudas.
El descubrimiento de Schmidt probó que las anguilas realizaban viajes de miles de kilómetros hasta su área de desove. Como alevines, ayudados por la corriente del Golfo, emprenden el mismo trayecto de vuelta al otro lado del Atlántico, en busca de ríos donde alcanzar la edad adulta. Un ciclo que se repite en una especie catádroma como es la anguila, que pasa la mayor parte de su vida en aguas dulces, pero busca el mar para reproducirse.
Ese estudio publicado hace dos años por una docena de científicos, sitúa la «migración oceánica» de la anguila como la «más larga y compleja». «Desde la década de 1970 se han hecho intentos para rastrear las migraciones oceánicas de las anguilas, pero solo se ha logrado un avance significativo en los últimos 10 a 15 años con la llegada de las etiquetas de transmisión satelital emergentes (PSAT)», recoge esa misma investigación.
Ubicación del Mar de los Sargazos.
Precisamente mediante esa tecnología llegó el equipo de científicos a obtener la «primera evidencia directa de anguilas europeas adultas alcanzando su supuesto lugar de reproducción en el Mar de los Sargazos«. Para ello colocaron «etiquetas satelitales a 26 anguilas de ríos del archipiélago de las Azores» y las rastrearon «durante períodos de entre 40 y 366 días a velocidades de entre 3 y 12 kilómetros al día». El viaje de la anguila, en función de su área de partida, es de entre 5.000 y 10.000 kilómetros.
Pese a los avances, la anguila sigue siendo escurridiza. Quedan ahora por responder, y así lo apunta la misma investigación, «preguntas fundamentales sobre la migración oceánica de las anguilas adultas, incluyendo los mecanismos de navegación, las rutas tomadas, los tiempos de llegada, la velocidad de nado y las ubicaciones de desove».