Un chaval de Infiesto de pocas palabras, pero mucha garra

Julio Pando | Piloto de enduro

Tiempo de lectura: 5 minutos

Julio Pando es un chaval de esos de pocas palabras. Hay que sacárselas con sacacorchos y aun así es breve. Sin embargo, si le pones a hablar de motos entonces se suelta: él tiene muy muy claro que ese su mundo. Ahí se mueve como pez en el agua: un pez que a pesar de que en su último cumpleaños sopló 25 velas, lleva 20 años conduciendo motos y 13 compitiendo. Un pez de los grandes que, con esfuerzo y maestría, ha ido labrando un camino que le ha llevado a ser uno de los nombres más destacados de la nueva generación de enduro del país.

«Para mí es un sueño correr en las máximas categorías. Y estar cosechando buenos resultados mucho más, claro. Mi único objetivo es mejorar día a día, obtener buenos resultados e ir superándome, así que estoy contentísimo», señala, haciendo buen honor a su carácter parco.

Julio Pando participó en 2024 en las ‘Olimpiadas del enduro’ en representación del equipo español.

Cuenta que comenzó con las motos porque en casa, su padre y también su primo, siempre estuvieron en ese mundillo. Que no pudo empezar a ir a campeonatos hasta que cumplió los 16 y pudo sacarse el carnet, pero el motocross, el ruido de la moto, ese ya lo tenía metido dentro desde una década atrás. Y como el ambiente le era propicio, se convirtió en un maestro de las cabriolas, las curvas cerradas, los derrapes y el control en terrenos abruptos, de tierra, felechu y piedra.

Así, aquel rapacín que jugaba con las motos e imaginaba llegar lejos, creció: se convirtió en un chaval sonriente y sencillo, de buena planta, que hoy puede presumir de estar entre los mejores del motocross a nivel nacional. Aunque, la verdad, presumir no presume: lo disfruta, lo vive a tope y se deja llevar por la adrenalina y esa estrella que le acompaña que algunos podrían llamar suerte pero en realidad es más disciplina, arrojo, un punto de locura y mucha pasión por lo que hace.

Julio Pando en una competición, en una foto proporcionada por el piloto.

Pero, a pesar de ser de los mejores en eso del motocross enduro, Julio señala que «este deporte no deja de ser un hobbie, ya que vivir de ello es complicado y mucho más en una disciplina como enduro, tan desconocida». Porque no vayan a creerse que lo de Julio consiste en andar en moto en un circuito de asfalto dando vueltas: para nada.

«El enduro es una carrera tipo rally, con tiempos prefijados por la organización, en la cual se realizan recorridos por rutas (o etapas) que requieren habilidad, destreza y velocidad sobre la moto». El término proviene del francés antiguo ‘endurer’ (resistir): se trata de aguantar sobre la moto superando obstáculos y bretes variados en circuitos de tierra abruptos y, además, cumplir con el cronómetro haciéndolo en el menor tiempo posible. Y en eso, Julio es todo un maestro.

Como entreno, además de pasar todas las horas que puede sobre la moto, también utiliza aquello con lo que se gana la vida: se dedica a la limpieza forestal; desbrozar, cortar leña, limpiar fincas… Él lo define como un «gimnasio rural» y aunque reconoce que le gusta (no se imagina encerrado en ningún edificio) lo aprovecha también como una oportunidad de no dejar de ponerse en forma, de seguir endureciéndose, incluso cuando no está sobre la moto.

Julio Pando en su hábitat, sobre la moto y la tierra.

Preguntado por su palmarés, por los éxitos que más le vibran de todos los que está cosechando, Julio destaca sobre todo el poder formar parte de un equipo tan potente como el Beta Trueba Team (que lleva apostando por él varios años) así como dos logros especiales: haber estado dos veces en el Mundial de Enduro y haber participado junto al equipo Trophic en la prueba 6 Days of Enduro, una cita conocida como ‘las Olimpiadas del motociclismo‘ que desafía a pilotos de más de 30 países en circuitos larguísimos en los que, durante seis días consecutivos, se pilota durante jornadas de ocho horas consecutivas.

Y ahí estuvo Julio, junto a sus compañeros, haciendo una carrera impecable y subiéndose a un podio codiciado por figuras del motocross de renombre a nivel mundial. «Un orgullo, un sueño y una gran satisfacción. Una motivación increíble que me anima a seguir entrenando y a tirar p’alante, aunque cada año sea más difícil», asegura feliz.

Julio Pando, tercero por la izquierda, en las ‘Olimpiadas del enduro’.

Ahora, ya casi recuperado de una lesión y una operación en la mano, está otra vez en marcha y pilotando tras un breve «parón» obligado de algunas semanas en las que (como un bálsamo) le llegó la noticia de que su concejo le otorgaba un reconocimiento por su buen hacer deportivo: «Me hace muchísima ilusión este premio: es como gasolina. Estoy orgullosísimo de llevar el nombre de Piloña por todas partes e infinitamente agradecido por todo el apoyo recibido de mis vecinos, del Ayuntamiento, de la gente de siempre, de mi familia… es una pasada», cuenta, satisfecho de ondear la bandera asturiana en todos los podios que pisa.

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