
Río del origen, resurgir del descenso
Piloña fue el origen.
En 1929 y desde Coya, Dionisio de la Huerta iniciaba con una excursión en piragua lo que llegaría a convertirse en el Descenso Internacional del Sella. Aquel verano, el primigenio descenso llegó hasta Infiesto.
Un año después, en 1930, hasta Soto de Dueñas. No sería hasta 1931 cuando aquella excursión fluvial se adentraría en aguas del Sella y completaría el recorrido entre Arriondas y Ribadesella.
En 1932 la cita daba un paso más y adquiría un componente competitivo. Había nacido el descenso de río más emblemático de España.
Pese a que las dos primeras excursiones fluviales ideadas por Dionisio de la Huerta -catalán con raíces en el pueblo de Coya, donde pasaba los veranos- discurrieron íntegramente por el río Piloña, el Descenso terminó fijándose en el Sella, en el tramo comprendido entre los puentes de Arriondas y Ribadesella. El Piloña tuvo que esperar 36 años para contar con su propio descenso, una prueba que desde aquella primera edición celebrada en 1967 ha vivido desde épocas doradas hasta periodos en blanco.
Hoy, casi seis décadas y 44 ediciones después, es una cita consolidada y apreciada dentro y fuera de Piloña. Por «su trayectoria, el nivel deportivo y su componente lúdico» y por ser «uno de los acontecimientos más importantes del año en el concejo», el Descenso del Piloña ha sido reconocido con el premio del jurado a la prueba deportiva en la Gala del Deporte de Piloña, celebrada esta semana.

Los inicios del piragüismo en España, al igual que en el resto de Europa, están estrechamente vinculados al excursionismo. Prueba de ello es aquella primera aventura de 1929 entre Coya y Piloña impulsada por Dionisio de la Huerta, quien había adquirido una piragua plegable en un viaje desde Barcelona a Gijón.
Piloña fue así un concejo pionero en el piragüismo, deporte que en las siguientes décadas del siglo XX arraigó. Fueron naciendo los clubes y, en 1967, el primer Descenso del Piloña, en el contexto de aquella década de los sesenta que marcó una época para esa práctica deportiva en España. Fueron los años de la primera participación de piragüistas españoles en los Juegos Olímpicos, los de la creación de las federaciones nacional y asturiana, del incremento de la formación y las bases de la competición.
En su primera etapa, el Descenso del Piloña se celebraba en verano. Sin embargo, el bajo caudal del río complicaba la competición, que terminó trasladándose a la más clemente primavera. Por escasez o por exceso, el agua ha sido siempre el desafío en el Piloña.

El caudal condiciona hasta el punto de que el Descenso se lo juega todo a una fecha. Si el día señalado para la prueba las condiciones del río obligan a suspenderla, ese año queda sin disputar, pues el «permiso es para ese día», explica Vicente Llerandi, presidente del Club Neptuno de Toni, entidad organizadora.
Incluso en condiciones favorables, el Piloña es un río complejo. El tramo de la competición, once kilómetros entre Infiesto y Sevares –del puente Vieyu al de Sorribes para mayor precisión- requiere de técnica y buen conocimiento del propio cauce. Los dos puntos que «gustan mucho» por la espectacularidad que dan a la prueba son el puente de Aguín y Arrudo, en el tramo entre Villamayor y Antrialgo.
Tomar la medida a un río se consigue bajándolo y ahí está lo singular del Descenso piloñés. En el Piloña los palistas pueden entrenar el «jueves previo» a la competición, así que conviene afinar.

Por sus dificultades y nivel técnico, siempre alicientes para un deportista, el Descenso es una de esas pruebas a las que aspiran los grandes palistas. Desde aquella primera victoria de Emilio Llamedo Olivera en 1967 en el palmarés del Piloña han grabado sus nombres figuras como Juan Antonio Rodríguez ‘Toni’, Juan Luis Jurado, Juan Antonio González ‘Fofo’, Emilio Llamedo Blanco, Maxi Llamedo Blanco o el propio Vicente Llerandi, dos veces campeón. Ya de estos últimos años acumulan victorias Walter Bouzán, Kiko Vega, Álvaro Fernández Fiuza, Guillermo Fidalgo…
En categoría femenina, más tardía en la competición, Celia Remis en 2023 y Andrea Rodríguez en 2024 son las más recientes campeonas. Un listado con todos los ganadores pende de una de las entradas al puente Vieyu.
Histórico de ganadores
Analizando ese detallado repaso histórico de los vencedores y de sus clubes se bucea también en la propia historia y evolución de la prueba. Un paréntesis temporal salta a la vista: de la 23 a la 24 edición pasaron catorce años. De 1994 a 2008 el Descenso del Piloña desapareció.

Desde sus inicios, el Descenso ha experimentado distintas etapas organizativas, con alternancia entre los clubes locales Neptuno de Toni y Los Caimanes de Sevares.
En 2008 surgió la idea de recuperar la prueba piragüística, con el impulso de Los Caimanes y siendo concejal de Deportes José Luis Álvarez ‘Pepín el del Benidorm’, rememora Llerandi. Desde hace una década es el club Neptuno de Toni el encargado de la organización, una tarea en la que se vuelcan tanto Vicente Llerandi como Olga Cardín, Claudio Criado, Rubén Blanco, Víctor Fernández… «Hay gente que trabaja mucho por esto», agradece el presidente del club.

Unión de fiesta y deporte
El Descenso del Piloña, al igual que el del Sella, es deporte, pero también fiesta. Que ambos eventos estén marcados por esa singularidad es un legado de la mente inquieta de Dionisio de la Huerta, quien desde las primeras ediciones del Sella fue dejando una huella lúdica enriquecida a lo largo de los años.
En el Piloña la competición va precedida de un desfile popular. En las últimas ediciones, esa marcha por las calles de Infiesto ha experimentado un crecimiento en número de participantes, pero también una evolución en calidad y sentimiento. En el desfile se vive la unión ribereña entre piloñeses, parragueses, riosellanos y cangueses: las peñas de los cuatro concejos desfilan en armonía y remando por la meta común de engrandecer la parte festiva de los descensos.

Por Infiesto marchan los anfitriones, Los Tritones -la más veterana de las peñas -, Los Botijos de Cangas de Onís, Selleros de Parres y Entaína Ribeseya. Del propio concejo de Piloña acuden también El Roblón de Coya, vecinos de Areñes y de Villamayor.
«El Descenso del Piloña no es solo remar», recuerda Llerandi, quien destaca el «auge» experimentado por el desfile.

A todo ello se suma el calor del público. «En la salida puede haber 3.000 personas», cuantifica. En ese momento de la salida, junto al puente Vieyu, se produce además la lectura del pregón, un honor que ha recaído en estas últimas ediciones en piragüistas como Saúl Craviotto o Almudena Ávila, pero también en figuras vinculadas a Piloña, como Joaquín Pajarón el pasado año. Para conocer al pregonero de esta edición, que se celebrará el 26 de abril, habrá que esperar. Sí es ya público que el cartel será obra, como es tradición, de Valentín del Fresno.
No faltará tampoco en la 44 edición el descenso popular, programado para el mediodía para cincuenta canoas. También en horario de mañana se celebran las carreras de infantiles y cadetes, la cantera de un Descenso volcado con el deporte base.
La ausencia que se sigue prolongando en Piloña es la del tren fluvial, convoy que permitía seguir la carrera desde Infiesto a Sevares.

Con sus éxitos y sus tareas pendientes, lo que está claro es que el Descenso regresó en 2008 para no repetir aquel amago de desaparición. Tanto ha prendido que incluso en los años de la pandemia -que obligó a suspender el evento en 2020 y 2021- la parte festiva se celebró al estilo del momento y de las circunstancias, desde los balcones.
En 2023, el primero de los carteles colocados por Vicente Llerandi junto al puente Vieyu para recordar el histórico de ganadores se quedó sin espacio. Añadió uno nuevo, con los primeros nombres grabados el pasado año: Kiko Vega y Andrea Rodríguez, vencedores del 43 descenso. Tras ellos, se abre una cuadrícula en blanco. Llega hasta la 84 edición. Si nada sucede y, a descenso anual, sería 2065.

Quienes se proclamen ganadores absolutos ese año seguramente no hayan nacido aún. Quienes lo organicen serán quizás niños y jóvenes en los que ahora esté comenzando a florecer el amor por el piragüismo y por la prueba.
De los que vienen detrás es tarea que ese cartel se rellene y que Piloña siga viviendo su Descenso. Cuarenta ediciones más y las que vengan.
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