La Galguera y Soberrón festejan a San Felipe

Las fronterizas localidades llaniscas albergaron el traslado de los ramos, procesión, misa, bailes regionales, danza prima, comidas campestres, subasta de los ramos, romería y verbena

Tiempo de lectura: 3 minutos
Una multitudinaria procesión recorrió las principales arterias de la ciudad canguesa. | Fotos: Guillermo Fernández y Valentín Orejas

Las localidades fronterizas de La Galguera y Soberrón celebraron este jueves 1 de mayo su fiesta de San Felipe. A partir de mediodía tuvo lugar el traslado de los ramos, procesión, misa, bailes regionales, danza prima, comidas campestres, subasta de los ramos, romería y verbena. La afluencia de gente resultó masiva, enorme, con presencia de personas de la más variada procedencia. Ahora bien, esa circunstancia deslució en demasía los festejos porque de verdadero milagro los coches no entraron en la capilla. Lugares hubo en los que apenas había medio metro para el paso de la procesión. Para sucesivas ediciones, la comisión de festejos y, sobre todo, el Ayuntamiento deben tomar cartas en el asunto y no permitir el paso de vehículos más allá de las últimas casas al Este y Oeste de la ermita.

A mediodía salió de la explanada de las escuelas de La Galguera una comitiva folclórica encabezada por el gaitero Julián Herrero, de Balmori, y el tamboritero Ángel Rey, de Vibaño. Abrían paso a dos ramos primorosamente decorados y colmados de vistosos roscos de pan artesanal. Medio centenar de niñas y mozas vestidas de aldeana llanisca y un nutrido grupo de vecinos y visitantes cerraban el cortejo.

De tocar el tambor se encargaron Aroa Meré e Itziar Noriega. Al llegar a la puerta de la capilla se acoplaron al séquito el párroco, Florentino Hoyos, y las andas con la imagen de San Felipe para transitar en procesión por los alrededores del templo. Lo dicho anteriormente: No se puede, no se debe permitir una procesión de San Felipe sorteando coches y esquivándolos de verdadero milagro. A continuación se celebró misa en la ermita.

Al finalizar la eucaristía, en lo que quedaba de espacio disponible, se celebró un magnífico festival folclórico en el que los lugareños, ensayados por la dinámica Bea Robredo, un tesoro de mujer, interpretaron la Bomba, el Quirosanu, la Jotina Asturiana, el Fandango de Pendueles, las jotas de Cadavedo y el Cuera, el Xiringüelu de Naves y un Pericote acompañado a la voz y pandero por Rocío Millar. Aldeanas y porruanos entrelazaron los brazos para dar vida a la danza prima y en las espaciosas fincas circundantes se prepararon comidas campestres en grupos de familia o amistad. Ya por la tarde se subastaron los panes de los ramos y se celebraron romería y verbena.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio