«Que seas mujer, que cantes una estrofa de Virginia Woolf y que esté en asturianu es incómodo»

Marta Elola | Directora musical de Muyeres

Tiempo de lectura: 18 minutos

Año 1993. Un grupo de mujeres de grupos de investigación etnográfica se unen con un doble objetivo: «reivindicar la música de percusión y el protagonismo de la mujer en la conservación de la tradición sonora asturiana». Así nacía Muyeres, un colectivo que 32 años después puede decir sin temor a equivocarse que ha cumplido con sus metas iniciales y con muchas otras que han ido surgiendo por el camino sin perder de vista su raíz. De Muyeres siguen formando parte mujeres que veneran la música y la tradición. Mujeres que no viven de la música, pero que consagran a ella el tiempo que les permite su día a día. 

Tras una primera etapa centrada en la transmisión de lo recopilado, en 2020 se lanzaron a la creación con ‘Humanes’, un álbum que narra las historias de trece mujeres. ‘Humanes’ son canciones, pero también espectáculo: una puesta en escena de 28 mujeres dando voz a historias de mujeres. Mujeres reales como la periodista y ensayista llanisca María Luisa Castellanos, olvidada durante décadas; ‘La Revólver’, una chigrera que se hizo con un arma para enfrentar a los «babosos» que molestaban en su local; la también llanisca Ana María García ‘La Llobera’, juzgada por la Inquisición; la riosellana que emigró a América y fundó negocios pioneros, como el que llegó a albergar a Federico García Lorca; o la viuda que apuñaló al cura que denunció a su marido, fusilado junto a dos de sus hijos. 

Bajo la dirección musical de Marta Elola y la dirección escénica de Borja Roces, este domingo la gira de ‘Humanes’ llega a su fin en el Teatro de la Laboral tras cinco años y una pandemia mediante.  

-¿Qué genera más sensaciones y más nervios, empezar un ciclo o terminarlo? 

-Para nosotras el empezar el ciclo fue duro, porque veníamos de otra trayectoria. Nos habíamos dedicado a la recopilación y a la muestra de la música tradicional, de lo más tradicional, encima llevándolo por bandera. Luchamos por que los toques se hicieran bien, que las canciones se hicieran bien, que las estrofas se cantaran bien, que la indumentaria que se presentara en escena fuera una indumentaria estudiada y correcta, los instrumentos también… Y creíamos que estábamos muy encasilladas en eso.  

Fueron muchos nervios al principio, porque habíamos apostado todo a un cambio, que no sabíamos cómo iba a recibir la gente. Cuando vimos la reacción que tuvo la gente, de levantarse, de aplaudir, fue cuando dijimos, ‘meca, meca’. Y a partir de ese momento se fueron quitando los nervios. ¿Los nervios de ahora? Bueno, nervios siempre hay. Si no te subes al escenario con nervios, es que estás muerto o no deberías estar ahí. Yo creo que ahora es más pena porque termina este ciclo. Y bueno, hay mucha expectativa por ver qué pasará después, claro. 

La puesta en escena es parte esencial de ‘Humanes’. | Muyeres

 -¿Sigue generando cierta molestia el ver a treinta mujeres encima en un escenario y más si cantan en asturianu y temas con historias de mujeres? 

-Sí, hay incomodidad. Es incómodo las tres cosas: que seas mujer, porque no te juzgan como si fueras un músico, sino que te juzgan primero por ser mujer. Después por cantar cosas que no son cómodas. Sí que es cómodo que unos señores canten ‘El tranvía de Xixón’ y otras cosas, pero es incómodo que de repente tú cantes, no sé, una estrofa de Virginia Woolf. Y que esté en asturianu, por supuesto. Hace muchísimo tiempo que [el asturianu] perdió lo que debería de ser lo primero, que es su esencia cultural: la necesidad de no perder una parte fundamental de tu historia, de lo que eres y de tu medio de expresión y de comunicación. Pasó a ser algo político. Entonces claro, estas tres cosas juntas, gloria bendita. Con ese mismo planteamiento en señores, paisanos, siendo igual de músicos, cantando cosas parecidas, igual en asturianu que en castellano; no pasaría. 

-Y las historias de las mujeres, ¿por qué siguen molestando?  

Naces y partes del fracaso de ser mujer, toda tu vida tienes que estar pidiendo perdón por ser mujer en vez de dando las gracias por serlo. ¿Qué molesta? No lo sé. Detrás de las historias de estas mujeres no hay nada raro, simplemente hay vidas, son tus ojos y tus oídos los que ven algo raro. Está claro que lo que pasa en un escenario siempre es la suma de dos fuerzas: la fuerza del que está cantando y la fuerza del que lo está recibiendo, y en esa sinergia es donde se crea el espectáculo, la música total. Por eso un espectáculo como ‘Humanes’, aunque lo hubieras visto cinco veces, nunca va a ser igual, porque el público nunca es igual, porque tú cantando nunca eres la misma persona. Desde 2020 hasta ahora, de momento, ya tuvimos hasta una pandemia por el medio. ¿Cómo no vamos a ser diferentes?  

-Las historias de mujeres, los temas que tratan, son universales. Las grandes historias son universales. Pero una cosa es que sean universales y otra que los problemas que reflejan respecto a la mujer sean eternos. 

-Es la dentera que da el que cosas sigan siendo actualidad, cuando ya tendría que ser algo que no llamaran la atención. Ya no voy a hablar de María Luisa [Castellanos], que es una cosa evidente, sino, por ejemplo, de la Llobera, una señora que existió, pero que por sus características se acerca prácticamente al mito. La Llobera acaba en el tribunal de la Inquisición, cuando a la vez en Europa hay un mito del hombre que amansa las fieras, del buen salvaje. Haciendo exactamente lo mismo ella es una bruja, una persona que hay que detener, que hay que meter en un psiquiátrico. ¿A cuántas historias actuales se podría trasladar? De esta moza se sabe que durante su vida la violaron varias veces, dicho por ella en el juicio, está registrado. La reacción de la gente era, ‘pero bueno, no te mataron, ¿no?’. Eso en mil seiscientos y pico. Ahora sería ‘tú saliste de fiesta esa noche, ¿no?’, ‘¿y qué ropa llevabas?’, ‘¿pero tú no estabas llorando, ¿no?’. 

María Luisa Castellanos también es muy importante en ‘Humanes’. Se empezó a conocer su figura a partir de vosotras. 

‘La lengua de los amantes’, que es la canción que habla de María Luisa, va contando su vida, cómo ella va luchando por dar voz a tantas mujeres que estaban silenciadas. A la mitad de su vida se enamora, cambia completamente y se dedica a la enseñanza y al cuidado de su marido y abandona todas estas luchas que tenía en distintas organizaciones. Pese a eso, puede que sea de las canciones más feministas que haya cuando la hacemos en concierto y la que la gente identifica más.  

-¿Os sentís juzgadas encima del escenario?  

-No, no, yo nunca. No puedes gustar a todo el mundo, pero el que va es porque le gusta lo que ve. Más que juzgadas en individual por las personas que lo van a ver, es juzgadas en general por la sociedad, por una sociedad en la que el músico mujer siempre está en un segundo plano. Yo creo que el juicio es eso, que se mueve en el aire, más que entre los que están en concreto viéndote allí en el escenario. 

-¿Al decir músico pensamos en directamente en un hombre? 

La mujer tiene que justificarse mucho más. O coger actitudes digamos masculinas para que te crean. Hacer como un disfraz, un disfraz de señor.  

Lo bueno que tiene Muyeres es que dentro de todas las que van pasando y las que hay ahora hay tanto tipo de mujer distinto, tantas formas diferentes de entender, no sé si la música, pero si ese concepto de estar. Hay muchas formas, muchos fondos, muchas edades. Esas edades te enriquecen muchísimo porque no es lo mismo la energía ni las formas de pensar de crías como Lucía y Alba, que tienen 18 y 19 años, que la forma de pensar que pueda tener Marisa que tiene 65. O la forma de pensar que tenga yo, que tengo cerca de 50. Eso también ayuda mucho al espectáculo, también ayuda mucho al grupo, esas distintas formas de ver y de enfrentarte a las cosas.  

-A la mujer se la considera la conservadora de la tradición. Pero hay un pero, faltaba algo. 

Muyeres desde el principio de sus tiempos aboga por poner a muyeres en un espacio en el que tenían que estar y que no estaban. La mujer era la transmisora, la cuidadora… Pero, ¿por qué no estaba en espacios públicos? En el oriente no se ve tanto porque están los ramos, aunque sean como una masa y son anónimas, sí que salen a la calle y sí que ocupan determinados espacios. Pero eso en el centro no se veía, en el occidente no se veía. Llegaba la fiesta del pueblo y contrataban a un gaitero y un tamboritero, pero el resto del año eran las mujeres las que hacían la fiesta, las que cantaban. Es eso que tanto se llenan la boca todos los etnógrafos del mundo, de decir que la mujer es la transmisora, pero después no se veía, no estaba en ninguna parte, en un escenario. Creo que ahora las mujeres están donde tienen que estar, por lo menos en la parte nominal. Aunque sigue habiendo charlas y conferencias sobre el folclore y todo son paisanos, con lo cual todavía no se llegó a lo que se tiene que llegar. Yo quiero que haya mujeres hablando de cosas de mujeres. Y de cosas de hombres también.  

-¿Cómo se traslada eso a la gaita? 

-Vivimos en el mundo de los influencers, en el mundo de la estética. ¿Cuántos siglos tienen que pasar para que veamos publicaciones sobre mujeres y no se hable para nada de su físico? Cosas como ‘su bonita sonrisa’, que no hacen daño a nadie, porque no tienen por qué hacer daño, ni siquiera lo buscan, pero siempre se añaden. 

Entonces eso mismo, ¿cómo no se va a trasladar al mundo de la gaita? Cuando ves un desfile, las primeras filas son hombres, las mujeres van para atrás, no pintan bien en cámara. Quienes pintan bien son ellos, los abanderados. Que están ahí porque seguramente lo merecen, estudiaron lo mismo, trabajaron sus partituras; pero te llama la atención que no haya ninguna que no haya trabajado igual. 

Entonces estamos hablando de estética. ¿Por qué me estás juzgando? ¿Por músico?  ¿Y por qué yo tengo que estar sometida a la estética? ¿Qué se arregla, vistiéndote de paisano?  

Con Rodrigo Cuevas durante no sé cuánto tiempo solamente oía hablar de las medias, de los ligueros… Al principio cuando escuché a ese chaval cantar, cuando lo vi, porque una cosa fue escucharlo y otra verlo, pensé ‘¡vaya máquina!’. Es un fenómeno este tío y se vista de eso o de minero del Fondón, va a seguir siendo una máquina. Volvemos otra vez a la estética. A veces en la estética no hay nada detrás, pero cuando estética y fondo se unen, cuidado con eso.  

La gente sí que sabe valorar el arte y lo artístico, lo que es de verdad. A la gente le gusta muy poco que la engañen, le gusta muy poco el postureo, con eso tienes un camino muy corto. Cuando te subes a un escenario y eres sincero, la gente lo detecta y lo sabe apreciar.  

-Vamos a abrir el melón del postureo. 

-Ahí ya no vuelvo a trabajar más en la vida. (Risas)

-La música tradicional vivió una evolución positiva desde que empezasteis hace treinta años, pero ¿cuánto de lo que ahora hay es postureo?  

A ver, hay una parte muy importante que es la revalorización de la música tradicional y de la música no ya solo tradicional, porque es verdad que dentro de la música tradicional, y volvemos al gaiteru, siempre hay de primera y de segunda, ¿no? El gaiteru, la gaita, en Asturias están por encima. Ya no vamos a hablar de la pandereta, sino del tambor. Entonces, que ahora haya tantísima gente que le interese la pandereta, tantísima gente que se acerque a ella, tiene un valor. Pero sí creo que, como en todo, hay mucha gente que se arrima a este árbol porque ahora cobija mucho.

 El otro día lo ponía en una publicación, que a lo mejor pongo más de la cuenta, que a veces mola mucho y es muy etnográfico y muy folky estar en los sitios donde te vean. Pero no estar en sitios como, por ejemplo, El Mazucu, que me tocó a mí. Ese mismo día estaba hablando con Julián y con Conchita [Herrero, gaitero y tamboritera], que traía una moyadura como yo qué sé, con un frío que te pelas, manteniendo una fiesta. Cuesta muchísimo mantener una fiesta, mantener vivo ese ritual, todas esas aldeanas, yendo a ensayar a las tantas de la noche… A mí me gustaría saber dónde estaba toda esa gente el Día del Ángel. Allí no te ve nadie. Entonces está muy bien valorar la tradición, pero hay gente viva, viva a día de hoy, que necesita que se valore lo que está haciendo. No lo digo por mí, porque yo al final soy una contratada, sino por la gente que no gana nada y solo pierde. Pierde su tiempo, su dinero, para que eso se conserve y siga para adelante. 

Yo no toco la pandereta en una manifestación. Hay gente que no toca tantas horas como yo al día, entonces a lo mejor necesita ir con su pandereta. Me parece bien, porque todo lo que se haga y apoye, bien hecho está. Con la boca, con los dientes, con las orejas o con lo que tengas. Pero que después no te atrevas a decirlo en público… ¿Por qué sí te atreves en esa calle? Y luego en tu día a día no, no vaya a ser que no te vuelvan a llamar o te vayan a criticar. Hablo como Marta, las veintipico Muyeres tenemos distintas maneras de pensar. Pero sí lo que haces luego no te atreves a llevarlo a tu vida normal, para mí eso es postureo. 

O cuando criticas una cosa y entonces te dicen, no, que son amigos míos. No me importa que sea tu amigo, no está bien. No está bien que ocupen todos los espacios, sin quitarle valor a su trabajo; cuidado, una cosa es el trabajo y otra es el espacio. Y normalmente no tienen nada que ver, porque los que organizan las conferencias, los cursos, lo que quieren es atraer a gente. Volvemos otra vez a ese plano estético, si te pueden atraer más estas dos personas porque salen a la televisión, los voy a llamar a ellos. No voy a llamar a otra mujer que a lo mejor no la conoce nadie. Dudo que en una cosa en la que nada más que haya paisanos no exista detrás un interés. El interés que sea, el interés por llenar, el interés porque no les das valor a la mujer… Lo que sea.  

Ahora tengo también otra lucha. (Risas) El siguiente melón que es el de la sidra. Se organizan concursos de muestra y cata de sidras donde todos los que catan las sidras son señores. ¿Las mujeres para qué valen, para pañar manzana y limpiar botellas? ¿Para emborracharse con la sidra que llaman de muyerina?¿Que es patrimonio de los señores de Asturias? ¿Esto cómo se arregla? Si yo un año me niego a hacer ese concurso si no aparecen mujeres para participar, no te preocupes que ya aparecerían las mujeres, que tienen papilas gustativas, olfato y la misma capacidad de los paisanos de tastiar algo. Entonces, ¿quién te da la culpa? Tú como organizador, que te escudas en que no hay.   

Me estoy calentando. (Risas) 

-Pues ya que estás en ese punto, vamos al tema de los escenarios y la voluntad que existe para que actuéis.

-Muyeres tiene un problema estructural. Somos tantas, tenemos esa suerte, que necesitamos unos espacios apropiados para lo que hacemos. Al principio cuando empezamos era una cosa más didáctica y ahí no necesitábamos grandes escenarios. Pero desde que metimos la escena a lo que cantamos, implica que necesitas unos espacios que no hay en toda Asturias. Por suerte o por desgracia, esos espacios están en el centro, los tienen Avilés, Oviedo y Gijón y después las Cuencas, y Siero, por ejemplo. 

En el oriente está claro que no se puede tocar como en el centro porque no existen esos espacios. En el occidente igual. Y aun así, hubo interés e intención de que actuáramos y actuamos. No en las mismas condiciones, pero allí fue la gente y llenamos, tanto en Cangas de Narcea como en Cangas de Onís. Pero hay otros ayuntamientos donde teniendo esos espacios, teniéndonos a nosotras con ganas de actuar, teniendo seguidores y todo a su favor, llevamos sin actuar seis años, siete. 

No hay que ser muy inteligente para saber que algo está fallando. Si nosotras somos las mismas en La Felguera que en Oviedo, ¿por qué no actuamos en Oviedo y vamos actuando dos veces en La Felguera o vamos actuando dos o tres veces en Gijón? 

No es que en Oviedo cobremos al triple. Es el mismo espectáculo con las mismas condiciones y con las mismas personas, con las mismas necesidades técnicas.  Nunca conseguimos hacerlo en la Pola Siero, teniendo el teatro allí que podía haber entrado cuatro veces Humanes, ni lo conseguimos hacer en Oviedo. Todo fueron problemas. 

-¿Los problemas fueron concretamente a partir de ‘Humanes’?  

-Sí, sí. Hay un momento, la referencia temporal exacta es ‘Humanes’. No es una denuncia, es solamente mostrar lo que pasó y la realidad. 

-Háblanos de las mujeres que pasaron por Muyeres a lo largo de estos más de treinta años.

Por la formación pasaron cerca, si no más, de doscientas muyeres. Hay gente que fue muy influente o que es muy influyente. Por ejemplo, está Fini Suárez, que tan importante fue en Mieres, en esa zona. Las grabaciones de ella te siguen respigando. Está Maribel López Parrondo, de Cangas, maestra de tanta gente. Maribel es una persona que debería de estar en esas charlas, que debería de estar en ese Oviedo dando clase en la Escuela Municipal de Música. Trabajó años y años yendo por las casas, conociendo informantes, sacando información. Una gran parte de los discos de Muyeres se nutrieron del trabajo de Maribel. Otra es Marisa Luque, de Escontra’l Raigañu, que fue otro grupo fundamental en Asturias. Marisa puede llenar una enciclopedia de vivencias, de gente, de lo que lleva trabajado… Y después está mucha otra gente que pasó y que hace lo que yo hago, que es cantar. 

Si tú te dedicas a la música tradicional, parece que tienes que dedicarte a la recuperación. ¿Por qué? Yo no conozco a tantos violinistas que recuperen nada. Van, cogen su instrumento, tocan, guardan el instrumento y ¿qué tienen que después andar caleyando? ¿Yendo a conocer a los hijos de Mahler para tocar el Adagio?   

Dentro de Muyeres hay una parte que sí se dedicaron a la recuperación y que son como enciclopedias vivientes, y otra mucha, entre la que estoy, que lo que somos es transmisoras de eso, somos músicos. No tenemos que ser nada más. No sé ya lo que tienes que hacer para que la música tradicional tenga valor. 

Da empaque que hayas tenido 27 abuelos que hayan cantado todos los romances de España. Pues no, mi güelu no cantaba nada. ¿Eso me hace a mí menos músico o tengo menos capacidad de comprender la música tradicional de aquí, de China, de donde sea? No. La gran mayoría en Muyeres aprendimos la música porque otras nos las enseñaron y seguimos transmitiéndolo como nos lo enseñaron. 

-Vamos al futuro, ¿qué hará Muyeres tras ‘Humanes’?  

-En Muyeres damos muchísimas vueltas, tardamos en concretar. ‘Humanes’ primero iba a ser una cosa tradicional, sobre todo dedicada a la minería, y mira en lo que quedó. Lo que sí creo es que ya llevamos un camino y la vuelta a lo tradicional tendría que ser en ese nivel. Nos encontramos a gusto en este formato de escena con canción, que creo que a la gente le gusta. Y siempre buscando sorprender y que la gente vea que lo que hacemos lo hacemos con toda la sinceridad del mundo. Pero también tenemos muchísima capacidad de cambiar. 

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