Con un sol radiante y mucha devoción: así celebraron en Llanes la mañana del día grande de las fiestas de la Magdalena, una de las festividades más esperadas y seguidas del concejo
Tiempo de lectura: 4 minutosEl 22 de julio, como viene sucediendo desde hace siglos, los llaniscos homenajearon a Santa María Magdalena que tiene capilla en el centro neurálgico de la villa desde el siglo XIII. Los actos matinales tuvieron una duración de seis horas ininterrumpidas de acontecimientos.
Tras el disparo de las primeras bombas reales, a las diez de la mañana, la banda de música de San Martín del Rey Aurelio, bajo la batuta de José Félix Ordiz Montañés, recorría las principales arterias de Llanes al ritmo del pasacalles titulado ‘El Magdaleno’, obra del maestro local Félix Segura Ricci. El recorrido concluyó en la plazuela de la Magdalena con el fin de trasladar en nutrida comitiva las andas con la imagen de la santa hasta la Basílica de Santa María, donde se celebró misa solemne acompañada por las voces del coro parroquial.
Tras la eucaristía se formó una procesión que recorrió el casco histórico de la villa y parte de los antiguos extramuros: Calle de Posada Argüelles, plaza de Santa Ana, Calle Mayor, Calle del Llagar, Paseo del Muelle, Calle de Mercaderes y vuelta a la calle Mayor, en cuyo epicentro se ubican el pulmón y el corazón de los madalenudos llaniscos, quienes se distinguen por llevar un clavel rojo en la solapa, «emblema repleto de fragancia, rubor, sangre derramada y amor por la santa bendita que habita en nuestros corazones«, tal como detalla con frecuencia Mari Carmen Gago, poeta local, nacional e internacional, además de simpatizante de la Magdalena.
Encabezaban el cortejo una cruz de plata y dos ciriales, trasladados, respectivamente, por Néstor Díaz, Álvaro Escanciano y Diego Palicio. Seguía el estandarte de la santa enarbolado por Raúl Vargas, quien abría paso a los hermanos Monchu y Paco Cue, afamados gaitero y tamboritero llegados desde Balmori. A continuación aparecían seis ramos repletos de rosquillas y pan artesanal. A paso lento, fueron avanzando cerca de trescientas niñas y mozas ataviadas de aldeana llanisca, quienes cantaban y tañían la pandereta al ritmo que marcaban dos tambores. Seguían medio centenar de varones enfundados en el traje de porruano.
La comitiva sacra, que debía de haber comenzado con el estandarte de la santa que iba por delante, la abrían tres niñas vestidas de llanisca y portando dos remos, herramientas náuticas que permiten poner en valor la tradición marinea del bando en Llanes. Sobre un frenesí de claveles rojos se presentó la imagen de la Magdalena en sus impresionantes andas. Del traslado se ocuparon doce voluntarios costaleros, siendo Fernando Armas Gago y Paco Romano Rivero, los que aparecían en los varales delanteros al pisar la calle. Los sacerdotes; el presidente del bando, Rafael Romero Pedregal; el expresidente, Manuel Sánchez de Movellán, la banda de música y los fieles y devotos de la santa cerraban el cortejo.
La procesión concluyó con el regreso de la santa a la ermita que le sirve de hogar a lo largo del año. Las aldeanas la despidieron con las panderetas en alto, mientras que la banda de música interpretaba la Marcha Real y las lágrimas se hacían visibles sobre las mejillas de los cientos de simpatizantes que allí se encontraban. Emoción, recuerdos y sentimientos en estado puro.
El siguiente desplazamiento llevó a los romeros hasta la plaza del Muelle. Bajo una carpa protectora del poderoso astro rey, que también guarece de la lluvia en caso necesario, las mozas abrieron un amplio circulo y entonaron las coplas del ofrecimiento del ramo. A continuación dio comienzo un interesante festival folclórico que se inició con ‘La Habanera’, una danza, con orquestación para banda de música, que se baila con pasos lentos y laterales y los participantes entrelazando sus brazos. La muestra siguió con piezas para niños y mayores, tales como La Enredadera, el Xiringüelín, el Fandango de Pendueles, la Danza del Señor San Pedro, el Pericote infantiil, el Xiringüelu de Naves y el Pericote. Superadas las tres de la tarde los madalenudos abrieron su arca de las esencias folclóricas con la interpretación de la joya de la corona, la Jota de la Magdalena, una pieza con música y letra de los maestros decimonónicos Félix Segura Ricci y Estanislao Verguillas. Acompañadas por la banda de San Martín del Rey Aurelio la bailaron doce mozas solteras con el talle recto, pasos sueltos, agilidad somática, cordialidad en las manos, faldas al viento y la cadencia precisa. ¡¡¡El delirio!!!
Antes de retirarse a reponer fuerzas en bien surtidas mesas, los madalenudos dieron calor de incubadora a una danza prima. El reloj alcanzaba entonces las cuatro de la tarde y habían transcurrido seis horas emocionantes.